Si cogiésemos a unos Sex Pistols tranquilitos con problemas de desamor y les enseñásemos a tocar corridos mexicanos, el resultado sería bastante similar a una canción de La Pulquería. Si a esto le sumamos trompetas, una renovada devoción por el tequila y un par de máscaras de lucha obtenemos la variopinta y divertida fiesta en que se convirtió La Sala Penélope el pasado 21 de febrero. Hace ya diez años que la banda valenciana publicó ‘Corridos de amor’, disco que les lanzó al estrellato dentro y fuera del país. Y ha sido la excusa perfecta para volver a los escenarios después de dos años de silencio.
Había ganas de bailar, un público más que expectante y su disco más conocido presidiendo el cartel de la noche. Con un “sold out” colgado en el último momento y mucha nostalgia acumulada, la banda contaba con los elementos necesarios para poder fabricar el cóctel del directo perfecto.
Para gustos los colores y para debate la música, pero ‘Corridos de amor’ es sin ninguna duda el mejor trabajo de la banda. Auténtico y arrollador, es el álbum que más creatividad destila, si además tenemos en cuenta que con él La Pulquería abrió la veda para el movimiento pro-mexicano-hard-mariachi-tequilero en la música española hace ya más de diez años. Este disco bien se merecía una gira que llevase su nombre.
La banda valenciana siempre se ha convertido en un torbellino incansable sobre el escenario, aunque quizá el otro día echamos un poco en falta la explosividad de antaño. Pero al menos esta gira nos está trayendo la mejor versión del grupo, en una especie de “greatest hits” que aúna su disco más resultón con los temas que mejor han funcionado de trabajos posteriores.
Arrancaba el directo con un acertado “¿Dónde están?” seguido de “Machetazos en el corazón”, por eso de crear la necesaria expectación antes de entrar a matar con los tragos más fuertes que son su primer LP. De todas formas no importó, porque desde el primer acorde de guitarra la Penélope se convirtió en una masa madrileño-mexicana que no paró de moverse hasta que concluyó el concierto.
Tronaron vientos y recuerdos con “El día de los muertos”, canción bandera de La Pulquería. Pudimos retroceder a aquellos años 2000, cuando la gente todavía se preguntaba si estos chicos no venían realmente desde México D.F. Un pogo ranchero y despreocupado invadió la sala, que no podía elegir entre bailar y cantar, y que elevó viejos y nuevos himnos al lugar que se merecen: un llenazo absoluto en una de las salas de conciertos más importantes de la capital. El grupo estuvo sublime, pero bien podría haber acudido al concierto sin cantante. “Morirse de Pena”, “No hay amor”, “Quiero saber”…se sucedieron como un canto único y ensordecedor desde las gargantas del público. Los más modernos “Always”, “Ahora” o “El gran Chingón” se iban intercalando con clásicos.
A pesar de ello, el grupo supo sobrellevar el concierto con su habitual perfección técnica, ofreciendo un espectáculo de bajos que no descansan y trompetas estridentes, gritos, saltos al público e incluso un pequeño espacio reservado a remover las emociones. Porque no todo iba a ser alcohol, huesudas, despecho y baile.
Los acústicos se vienen utilizando desde hace tiempo como ese arma infalible para representar la madurez que los años pueden dar a una banda, y La Pulquería no a querido ser menos durante este remember. Si resultó todo un acierto en “Plata o Plomo”, canción de violencia y amor que bien merece convertirse en balada, “Mil esqueletos al sol” fue una apuesta más arriesgada que convertía en casi irreconocible la canción original. Curiosa introspección del grupo en su propio sonido, que no sabemos si se verá reflejado en futuras composiciones.
La carrera final del concierto dio el testigo a los más agresivos “Pancho Tequila”, “Gitano” o “La migra”, esos clásicos que nos legitiman a poder llamar a La Pulquería grupo punk, y que en su día dieron un vuelco al público del Viña Rock.
La banda supo manejar a la perfección las cartas con las que contaba, si bien faltó la explosividad que convierte a un concierto en memorable. Sea como fuere, en menos de diez años estos chicos valencianos supieron convertir muchas de sus canciones en himnos de alcohol, muerte y vida; y el directo del pasado sábado fue una pasarela de recuerdos. Y no, no queremos saber a qué sabe el olvido, ni con “Always” ni con ningún otro tema. Ojalá La Pulquería para rato repartiendo tequila por los escenarios de España.
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