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La voz de Laetitia Sadier y la acústica del SalónTeatro de Santiago de Compostela se presagiaba como una buena combinación en el marco de la novena edición del Festival Sinsal. Sin embargo el resultado de la ecuación no fue el deseado. Concierto flojo y bastante monótono, en el que se echó de menos un arropamiento musical, del tipo que fuese, para una Laetitia muy insegura al frente de las cuerdas de su guitarra eléctrica. Su voz encandila, pero no fue suficiente.
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Más conocida por ser la cantante del grupo británico Stereolab, la artista francesa saludó en español y buscó desde ese primer instante la conexión con el público a base de humor y de charla, evidenciando ella misma la cojera en la parte instrumental. Comenzó con “Fluid Sand” el repaso a este debut en solitario bajo el título “The Trip” (2010). Trabajo poco destacable que pierde todavía más sin la instrumentación original. Tragedias íntimas como el suicidio de su hermana menor, rodearon la grabación de un disco con evidente contenido nostálgico y personal.
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Su sencilla estética, mallas y un vestido holgado, contrastaba con las extensas y rebuscadas presentaciones de los temas, en ese afán por caer en agrado al público. Así fue desgranando su trabajo, “Natural Child”, “Our Interest Are The Same”, “Another Monster” o “One Million Year Trip”. Todas con menos fuerza de la esperada sobre el escenario. Previsible con un trabajo muy intimista y apoyado en la gira sólo por una guitarra, que lejos de convertirse en su aliada resultó ser enemiga.
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Los dos temas del disco en francés, “Un Soir, Un Chien”, cover de la canción de Les Rita Mitsouko, y “Ceci Est Le Coeur”, sonaron con más garra, como si la lengua materna la impregnase de una energía diferente y de un sentimiento más profundo. Llegado el ecuador del recital muchos se percatarían de que poco tiene que ver la artista francesa en este tour en solitario, con Stereolab o Monade.
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Pasadas siete canciones, varios decidieron marcharse, y aunque lo hicieron sigilosamente, Laetitia los descubrió con un sonriente “bye bye”, provocando de nuevo risas cómplices en la sala. Sin duda fue su persona, y no su música, la que consiguió empatizar con la gente, y lo que se comentaba en positivo al término. Lo negativo era demasiado evidente, desnudez extrema de las canciones y demasiados errores a la guitarra, de los que ella misma se hacía eco con humor. Ni siquiera la rápida versión del “Summertime” de George Gershwin fue muy acertada. Y con casi el repaso completo llegaba la despedida oficial. Criticó bromeando la teatralidad y poca funcionalidad del bis, el ir y venir del escenario esperando la ovación del público. Aunque sonó más a cierta prisa por terminar un concierto que, por momentos, se erigía como su particular calvario al frente de las cuerdas.
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Dos temas más para el “falso” bis, con una gran intro para “By the Sea”, versión del clásico de Wendy & Bonnie.  Una de las bazas fuertes del disco, pero en directo le faltó también contundencia. Sesenta minutos escasos y un final que sonó a alivio, no sólo para muchos presentes, si no para la propia Laetita, que se relajó por primera vez en toda la noche. Una voz magnífica y un alma desnuda para un espectáculo muy poco trabajado.
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 Texto: Nadia Corbeira / Fotos: Javier Amosa
Laetitia Sadier — Santiago de Compostela — 20/02/20111 thought on “”
Me temo que no tocó ni Summertime ni Un Soir Un Chien.