Congratula, y mucho, poder chocar frontalmente a estas alturas con bandas tan jóvenes y a la vez tan sincera y brutalmente comprometidas con la filosofía y el sonido del trash metal más clásico. Después de demasiados años en los que el género fue virtualmente dado por muerto y su terreno fue usurpado por el metalcore y otras moderneces sin alma ni sustancia (impuestas desde el otro lado lado del Atlántico por determinados sellos, empeñados en vendernos grupetes de jovenzuelos más preocupados por lucir sus tatuajes y la etiqueta de la marca que le patrocinaba que por tocar algo decente), es motivo de alborozo que bandas como Lazarus A.D. estén dispuestas a aferrar firmemente el legado de Testament, Forbidden, Kreator o Destruction y actualizarlo con personalidad propia y sin necesidad de reiterar cliché alguno ni repetir fórmulas gastadas. Lo afirmaron con el cegador fogonazo que supuso hace un par de años su debut The Onslaught, lo ratificaron recientemente con la publicación de Black Rivers Flow (algo más elaborado y contemporáneo en las formas, pero igual de honesto y demoledor en el fondo) y lo defienden con implacable brutalidad cada noche que se suben a un escenario como el del Hebe para noquear a cualquiera que se les ponga por delante.
Mientras haya grupos como estos, poco tendrá que preocuparse el trash metal por la alarmante falta de relevo que atenaza cada vez más a géneros afines como el heavy metal, necesitado desde hace un par de décadas de manos que recojan el testigo de Iron Maiden y demás coetáneos cuya hora de jubilación se vislumbra cercana.
Igualmente válida resulta esta última afirmación para referirse a los californianos Bonded by Blood, combo que, desde el mismo momento en que se bautizó utilizando el título de la opera prima de Exodus, no oculta su filiación a un trash metal aún más primitivo, monolítico y ligado a las directrices de la vieja escuela. Sin más trampa ni cartón que un arsenal de piezas tan arrolladoras como “Prison Planet”, “Immortal Life”, “Episodes of Aggression” o “Mind Pollution”, perpetradas por cinco chavales que exudan naturalidad y convicción y atesoran suficiente energía como para tenerte un semana buscando los restos de tus tímpanos, amén de la guasa necesaria para cerrar su actuación con el tema de la televisiva serie de las Tortugas Ninja, muestra del sanísimo y necesario sentido del humor que Anthrax introdujeron en el género hace ya mucho y que, aún hoy en día, continúa haciendo del trash metal uno de los estilos musicales más divertidos que existen.
Texto y Fotos: Raúl Ranz