¡Yabadabasoul! No existe una manera menos profesional de comenzar un artículo que empleando un tono personal y una expresión a modo de exclamación, pero la ocasión bien lo merece: justicia periodística en toda regla, así que la licencia adquiere característica de patente de corso. Porque así fue el inicio del concierto de Lee Fields and The Expressions un auténtico torbellino emocional representado en formato físico a través de los movimientos y voz del pequeño James Brown.
Con una puntualidad que sorprendió a los más escépticos, el artista de Carolina del Norte y su banda saltaron al escenario con una elegancia que va mucho más allá del simple estilismo estético. Ataviado con traje de chaqueta y con un poco discreto chaleco púrpura, Lee Fields se supo deudor de un público tan ecléctico cómo representativo; porque la buena música no entiende de clases, de nacionalidades, de sexos, ni de edades. Muy buen aforo el que recibió la Sala Luz de Gas, pese a los denunciables precios de su barra; y a pesar de ello la asistencia total no hizo justicia a lo que un músico así se merece. Eso sí, el alto precio de las entradas no ayudaba mucho, algo que no hace justicia a lo que el público de un directo se merece.
A lo que no se le puede achacar ningún pero es al concierto. Bueno, casi ninguno, pues la intensidad del directo fue tal que convirtió en fugacidad las experiencias sensoriales, trastocando el espacio temporal y provocando que todo supiera a poco. Con el repertorio de su flamante álbum Faithful Man, pero con la mirada y las orejas muy puestas en los clásicos, Lee conectó desde el primer minuto con el respetable. Se ovacionaron “Hanging Out“, “Ladies“, “I Wish You Were Here” y la propia “Faithful Man“, así cómo el doble bis en (sin)mangas de chaleco.
Una velada inolvidable en el que se demostró que existen leyendas que son reconocidas en vida, un privilegio del que hemos podido ser testigos directos en ciudades cómo Madrid, Bilbao, y ahora Barcelona. Un goce para los sentidos en el que el soul eclipsó al funk (pese al empeño de algunos por vender más este último género que el primero en las campañas de comunicación y marketing) y que demostró que llenar un escenario es tanto cuestión de presencia cómo de actitud. Así que ¡Yabadabasoul!
Fotos: Señora Candy Killer / @sracandykiller
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