Los años 40 y 50: la revolución del Jazz y los efectos de la II Guerra Mundial

Los años cuarenta iban a estar marcados por la II Guerra Mundial, la contienda de mayores proporciones y más devastadora que ha padecido la humanidad. Los dos primeros años de guerra fueron de relativa calma para los Estados Unidos, que veían el conflicto aún lejano y propio de la vieja Europa, siempre enzarzada en disputas territoriales. Pero a finales de 1941, con el ataque japonés a la base militar en el Pacífico de Pearl Harbour, los estadounidenses entraban de lleno en el conflicto, que desde ese momento adquirió proporciones mundiales. Los efectos de la guerra y la recesión económica que trajo consigo no tardaron en hacerse sentir en todos los sectores. Además, muchos músicos fueron llamados a filas, como tantos otros jóvenes. La mayoría de los grandes locales que habían sido el hogar del swing en la década anterior cerraron sus puertas y su lugar fue ocupado por pequeños clubs que daban cobijo a pequeñas formaciones que no tenían la fama y el reconocimiento de las que le precedieron.

El Bebop

El barrio de Harlem, al norte de la isla de Manhattan, fue a partir de entonces el epicentro de un nuevo sonido: el bebop, cuyos máximos exponentes serían Charlie Parker, Bud Powell, Thelonius Monk y Dizzy Gillespie. Los dos últimos habían formado parte, junto con otros nombres ilustres, como Miles Davis o Max Roach de algunas de las bandas de Coleman Hawkins, quien fue una influencia decisiva para muchos de los grandes del jazz y referente necesario a la hora de hablar del tránsito del swing al bebop.

La improvisación tomaba el protagonismo, pero nunca llegó a las cotas de popularidad que alcanzó el swing. Y es que el bebop era impredecible, se creaba en el momento y no era habitual escuchar las mismas melodías una y otra vez. Todo se había complicado un poco más y los aficionados al baile prefirieron llevar sus pies a los salones en los que la música cubana empezaba a despuntar. El espacio que el swing había ocupado en la música popular había sido ocupado por los cantantes melódicos, como Frank Sinatra o Bing Crosby, y el nuevo sonido del jazz empezaba a ser un reducto de vanguardia, más relacionado con la intelectualidad. El riesgo que habían supuesto los sonidos disonantes y la mayor interacción entre la sección rítmica y los instrumentos de viento era para muchos una forma de liberar al jazz de la tiranía de la popularidad y, además, el bebop daba al talento del músico el espacio que merecía y la libertad que reclamaba.

Uno de los músicos que mejor supo captar el legado de Powell y Parker fue Barry Harris, quien desarrolló un sistema para la enseñanza de la improvisación en el jazz. Fue el mentor de muchos de los músicos más importantes de la Costa Este y, además de tener una interesante carrera en solitario, también participó en algunos de los mejores discos de la década, como en el extraordinario Magnificent Thad Jones, de 1956, donde estaba a cargo del piano.

El Cool Jazz

Sin embargo, hubo también quienes cogieron la parte más creativa del bebop al otro lado del país y apaciguaron la más frenética, incluyendo tonos más suaves y una sección rítmica más ligera, formando de esta forma una nueva corriente: el cool jazz, lo que ponía a esta corriente del jazz en una nueva forma más accesible. Los resultados no tardaron mucho. Músicos como Stan Getz, Gerry Mulligan, Dave Brubeck o Chet Baker tuvieron un gran éxito y álbumes como Time Out, Playboys o el inconmesurable Birth Of The Cool acercaban de nuevo el jazz a la población.

El Hard Bop

En un juego constante de acción-reacción, el hard bop surge rápidamente como respuesta al bebop y al cool jazz, que eran considerados como géneros usurpadores de la esencia del jazz por muchos músicos de la Costa Este. A nivel armónico el jazz suena ahora más cercano al blues y al gospel, buscando las raíces de la comunidad negra norteamericana en su herencia africana. De esta forma, el movimiento tiene de sus comienzos un arraigado carácter político y muy ligado al renacimiento del Movimiento por los Derechos Civiles de mediados de los la década de los cincuenta. Precisamente, fue en 1955 cuando la activista Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco en un autobús de Alabama. Un hecho que fue la chispa que prendió la llama del movimiento, porque el aún desconocido pastor bautista Martin Luther King encabezara la protesta contra el servicio de transporte público.

Giant Steps, de 1959, es para muchos la obra culmen del hard bop, aunque dos años antes John Coltrane había grabado hizo Blue Train, otro hito del género y uno de sus discos más conocidos. Mientras, otro saxo tenor, Sonny Rollins, también se aficionaba a los solos dilatados, como forma de dar rienda suelta a enorme caudal de ideas que bullían en la cabeza de estos genios. En 1956 se editaba Saxophone Colossus, su obra maestra, que pasó más o menos desapercibida debido a la aparición de Ornette Coleman y la ingente y revolucionaria obra de Coltrane a finales de los cincuenta.

1959: Un año imprescindible.

Cuando la década de los cincuenta tocaba a su fin aparecía el álbum que haría del jazz un género con mayúsculas. A Kind Of Blue, de Miles Davis, alcanza el equilibrio perfecto entre las diversas corrientes del jazz que habían nacido hasta aquel año y consiguió además llegar a todo tipo de públicos. Pero aquel fue año prolijo en obras maestras del género, porque también aparecieron Charles Mingus y su enorme Mingus Ah Um, en el que a través de la reinterpretación de géneros clásicos como el blues, el ragtime o el swing alcanzaba nuevos sonidos no explorados hasta entonces; Song for My Father, de The Horace Silver Quintet; Heavy Soul, de Ike Quebec; Lookin’ Ahead, de Cecil Taylor; The Shape of Jazz to Come, de Ornette Coleman; o el extravagante Jazz In Silhouette, de Sun Ra and His Arkestra. Un año antes, con Somethin’ Else, Cannonball Adderley había conseguido juntar en el estudio a una de las formaciones más espectaculares de la década: Miles Davis (trompeta), Hank Jones (piano), Sam Jones (bajo), Art Blakey (batería) y el propio Adderley al saxo alto. También en 1958 salió Moanin’, de uno de las formaciones más estables de la historia del jazz: los Jazz Messengers de Art Blakey

Rudy Van Gelder

El ingeniero de sonido más famoso y uno de los más prolíficos de la historia del jazz. Su carrera ha sido paralela a la evolución del jazz desde los años cuarenta y a los avances en las tecnologías de grabación, siendo él mismo uno de los mayores contribuyentes a este progreso. El llamado “sonido Blue Note” es obra suya en su mayor parte. Es conocida su aportación a las grabaciones de directo, ya que fue de los primeros en llevar su equipo a salas, nightclubs, etc., siendo así el responsable de la grabación de algunos de los discos más relevantes en directo de los años cincuenta: A Night In Birdland, de Art Blakey, o Live at the Village Vanguard, de John Coltrane.

Aunque muchos de sus métodos de grabación y técnicas siguen siendo poco conocidas, en gran parte debido al hermetismo de Van Gelder, sí es conocido por ejemplo su detallista trabajo a la hora de colocar los micrófonos, siendo uno de los primeros en otorgar una gran importancia a este hecho, una cuestión clave para captar todos los matices. La improvisación era un desafío para cualquiera que se enfrentara a la tarea de grabar un álbum de jazz, puesto que no tenía de antemano una partitura detallada delante sobre la que anticiparse a los cambios y de esta forma realizar los ajustes necesarios. En el jazz aquello había que hacerlo sobre la marcha y el conocimiento que Van Gelder tenía del jazz, así como de sus músicos, fue decisivo en su trabajo. Algunas de las grabaciones más famosas de Rudy Van Gelder son:

• Art Blakey and the Jazz Messengers — Moanin’ (1958)
• Kenny Burrell – Introducing Kenny Burrell (1956)
• John Coltrane — Blue Train (1957)
• Jackie McLean — Jackie’s Bag (1959)
• Hank Mobley — Hank (1957)
• Sonny Rollins — Saxophone Colossus (1956)
• Jimmy Smith — House Party (1957)

A partir de la década siguiente todo se complica un poco más en el panorama del jazz, porque aparecen el post-bop, el free jazz y, sobre todo, las fusiones con otros géneros musicales. Unos años de enorme interés y que albergan músicos de la talla de Eric Dolphy, Ornette Coleman, Cecil Taylor, Charlie Haden, Archie Shepp o Wayne Shorter, entre otros muchos.


Artículos anteriores:

Esclavitud, segregación racial y los orígenes del Blues

Los años 20: la ley seca, la mafia y el auge del Jazz

La Depresión de los años 30 y el apogeo del Swing


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Bibliografía:
Historia del Jazz Clásico. Frank Tirro.
– Breve Historia del Jazz. Roberto Barahona, de Purojazz.
– Apuntes personales.
jmvilches

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