Ir a ver a Los Zigarros es ir a disfrutar música de toda la vida, es ir a pasárselo bien y escuchar canciones que podrían ser perfectamente de la movida madrileña. Ir a ver a Los Zigarros no es ir a ver algo nuevo, es ir a recordar cosas que ni siquiera tienes por qué haber vivido.
En su concierto en la Sala El Sol la banda comenzó con No obstante lo cual, una carta de presentación necesaria antes del concierto, porque así son Los Zigarros y así es su actitud. Sin embargo, continuaron con un tema más escalofriante, Antes de los muertos, para seguir con Desde que ya no eres mía, una canción bailable que fácilmente podría ser de Tequila o Nacha Pop (y de hecho, de una manera inevitable, el “Voy a perder la cabeza otra vez” en la voz de Ovidi Tormo me recordó al “Mi cabeza da vueltas persiguiéndote” en la de Antonio Vega).
Nos ofrecieron además algunas versiones de clásicos conocidos por todo el público, como You really got me, bastante más chulesca que la original de The Kinks, para después tocar tres de sus canciones más emotivas: Voy hacia el mar, Tras el cristal y Cayendo por el agujero. Pero pronto Los Zigarros nos animaron de nuevo e hicieron que moviésemos todo nuestro cuerpo con su temazo Voy a bailar encima de ti. Y tras Como un puñal (la canción más difícil del disco, según el grupo) y ¿Qué harás, amor?, llegó por fin la esperadísima por el público Hablar, hablar, hablar… una canción para beber, para bailar y para —como hicimos todos los asistentes- celebrar que es sábado y estás en un concierto de Los Zigarros.
Nos ofrecieron luego Dispárame, otro de los grandes temas del grupo y de los que más disfrutó el público, que se sabía todas y cada una de las letras y esta, directa y maravillosa (“Ven, no tengas miedo, / sólo tienes que hacer lo que yo quiero: / ponte el vestido azul y pide lo más caro del bar. / Dispárame.”), tuvo una acogida especialmente apasionada.
Para terminar no escogieron ningún tema propio, sino My Generation. ¿Qué canción podría haber sido mejor para cerrar la noche? Ninguna. Porque las personas allí presentes (de las cuales un alto porcentaje estaba formado por muchachos de pelo largo y rizado con cazadoras vaqueras y bandanas) estábamos allí para desmentir algo que los propios Zigarros habían anunciado en un momento del concierto: “rock and roll es un término caduco”. No, no y no. Si estábamos allí es porque seguimos creyendo en bandas como Los Zigarros, porque nos hacen pasar noches únicas y nos recuerdan que el rock and roll es, más que un término (caduco o no), una forma de vida.