Por lo tanto ‘Death Tone‘ —que en el larga duración original lleva hasta el sonido de una moto arrancando, efecto que utilizarían a través de los años como comienzo para varios temas— es tan declaración de principios como ‘Metal Daze‘; una letra, la del segundo citado, que defiende el heavy clásico y que invita a los DJs a que pongan este estilo de música por la radio. Este concepto se volvería a usar posteriormente cuando escribieron la letra de su canción ‘Blow Your Speakers‘ (que, curiosamente, no sonó aquella cita). En cuanto a ‘Fast Taker‘ y ‘Shell Shock‘ no hay que olvidar la importancia con la que carga Ross The Boss en su creación —en dupla con el bajista—, por aquellos días recién salido de los punk rock The Dictators; por tanto, la chulería y una buena carga de mala leche están a la orden del día.
Esto en cuanto a meter la directa hacia el puñetazo en la nariz, pues para la parte épica de sus comienzos ya tenemos ‘Dark Avenger‘ —una de mis composiciones predilectas— y el propio ‘Battle Hymn‘. En la primera el público se topa con el reconocido medio tiempo donde el penetrante bajo de Joey nos empieza a engatusar con su mundo de bárbaros y guerreros que tan bien explotarían con las décadas. En uno de los pasajes más tranquilos de la canción se puede oír recitar al mismísimo Orson Welles; eso en el original, ya que desde la regrabación del álbum es Chritopher Lee el que hace de rapsoda —y me perdonará el gran caballero de la interpretación Lee, pero me sigo quedando con la parte de Welles—. La segunda mitad de esta pieza guarda mucha más fuerza y velocidad. Aquí es donde Eric Adams se entrega por completo. ‘Battle Hymn‘, por su parte, nos despide de 1982 y nos hunde de lleno en el inicio de la que podríamos denominar cual sección “grandes éxitos”.
Y es que si algún melómano de la escena metálica quería hacer una travesía por la carrera de Manowar, realizar un curso comprimido y rápido, de algo más de dos horas, en cuanto al estilo de la banda se refiere, espero que no se perdiese ninguno de los espectáculos que por Europa han ofrecido Eric, Joey, Karl y Donnie. Mil veces mejor que cualquier recopilatorio es el show que plantean una vez se termina el homenaje a Battle Hymns. Tras un solo de Karl Logan, manejando diversas escalas a velocidades endiabladas, se suceden ‘Brothers Of Metal Part. 1‘, ‘Blood Of My Enemies‘ —siempre suprema, señalando Adams a cada uno de sus compañeros en la banda cuando canta aquello de: «The fierce, the black and the wicked are their names»—, ‘Kill With Power‘, ‘Sign Of The Hammer‘ y ‘Fighting The World‘.
Entonces llegará la primera parada del trayecto, un momento que da la oportunidad a DeMaio, sólo en escena y lata de cerveza en mano, para hablar de la pérdida de Scott Columbus y de lo que al fallecido baterista le gustaba la canción con la que se adentrarán en la segunda parte del concierto: ‘Gates Of Valhalla‘. Donnie Hamzik estará excelso en sus quehaceres tras los parches en esta interpretación, al igual que en el resto de su actuación. Es curioso que siendo únicamente el artífice del primer LP —si no contamos su reciente regrabación, claro está—, Donnie consiga a la postre dar el sentido y el sentimiento actual a todo lo que llegaría después en la trayectoria de Manowar cual banda en oficialidad. El himno ‘Heart Of Steel‘ le daría la bienvenida al solo de bajo de la noche, una exhibición que, como nos tiene acostumbrados Joey, es más distorsión y efectismo que efectividad —en su visión del ‘William’s Tale‘ de Rossini uno debe imaginarse las notas, pues es más un zumbido de pulsaciones lo que sale de los inmensos amplificadores—.
Y sigue funcionando la máquina del tiempo, por lo que de 1992 y ‘Metal Warriors‘ rodamos a ‘The Gods Made Heavy Metal‘ (1996) o ‘Hail And Kill‘ (1988); y así hasta cubrir un total de veinticuatro canciones (‘House Of Death‘, ‘Hand Of Doom‘ o ‘The Power‘), con ‘Warriors Of The World United‘ y ‘Black Wind, Fire And Steel‘ ejerciendo de composiciones listas para poner el cerrojo a la velada —siempre acompañado por la muestra de capacidad muscular de un Eric Adams alzando con orgullo tanto el bajo como la guitarra de sus secuaces en escena—. Tan fiables como un concierto de AC/DC y tan rotundos como un mazazo en la cabeza. Irreprochables.
Texto: Sergio Guillén. Fotos: www.manowar.com
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