Manuel Cabezalí — Teatro del Arte, Madrid — 13/02/2014

No había un lugar más idóneo. Y eso es así. Tenía que ser el coqueto Teatro del Arte el lugar elegido para la presentación en la capital de un proyecto muy especial, Pequeño y plateado (2013), el debut en solitario del polifacético Manuel Cabezalí. El vocalista de Havalina, guitarrista de Russian Red y The Cabriolets entre otros y productor de bandas como Pasajero o His Majesty The King se ha lanzado a una nueva aventura en la que sigue demostrando su inagotable talento. Y como era de esperar, compartió esta nueva y personalísima faceta con un público entusiasta y atento que llenó los sofás del teatro.

Tras un notable retraso (olvidado a los pocos minutos), y ocupando el centro de la escena, Cabezalí empezó a rasguear las cuerdas de su nueva compañera de viaje, una guitarra española, para arrancar con “Amor felino II“. Este primer corte del disco cuenta con un precioso cello manejado por Aurora Aroca (Boat Beam), quien no quiso perderse la cita, al igual que Dany Richter (ingeniero de sonido y socio de Cabezalí) a la percusión — y ambos a los teclados -, ayudándole a traducir su nuevo cancionero al directo con la mayor fidelidad posible. Así, los bongos sirvieron de apoyo a los delicados punteos de “Pequeño y plateado“, tema titular de extrema calidez que Cabezalí interpretó rozando el susurro.

A pesar de la exquisita compañía, Cabezalí era el centro de atención del aforo. Este fue testigo de su ya conocida destreza a las cuerdas, en esta ocasión, produciendo sonidos aterciopelados en “Puentes” y deslizando sus dedos por los trastes con elegancia al encadenar el interludio “La estancia” con “El encontronazo“. También disfrutó el personal de su capacidad para jugar con otras cuerdas, las vocales, alzando la voz en “Otro traje” y jugando con ella en “En el suelo“, acompañándolas de una gran expresividad al cantar.

No pilló por sorpresa que las composiciones bajo la firma Cabezalí no fueran las únicas protagonistas de la velada. El músico onubense demostró su gran habilidad para autoversionarse, revisando un par de temas del álbum Las hojas secas (2010) de Havalina, donde reinan ruidosas y oscuras eléctricas, con el instrumento que le tocaba afinar cada poco. A pesar de que aseguró que tocar solo era más complicado, el solo se guisó y se comió “Desierto“, experimentando con las cuerdas. Para “Por la noche” reaparecieron Aurora y Dany, cuya aprobación necesitó Manu al afinar de nuevo su instrumento, dando lugar a un intercambio de gestos de complicidad entre ellos que provocó risas en el teatro. Una vez más, el tema sufrió una reconstrucción total con un delicado cello y una discreta percusión y Manu se puso a prueba con un susurro final casi inaudible.

Como bien apuntó el músico, su apellido no solo lo lleva él, e invitó al escenario a su hermana Celia. Juntos interpretaron “The tower of song” de Leonard Cohen entre armonías que acabaron en paseos y risas, al ver a Cabezalí tocando las narices a sus compañeros.

Más versiones para los bises, homenajeando al desaparecido German Coppini con “No mires a los ojos de la gente” de Golpes Bajos — con un pequeño fallo que Cabezalí lamentó y volvió a empezar — y, por primera vez en directo, “Ley de la gravedad” tal como la concibió Dany Richter en el álbum homenaje a Havalina publicado en 2011, con motivo del 10º aniversario de la banda. De nuevo solo con su guitarra, un reflejo de lo que supone este Pequeño y plateado que presentaba, quiso despedirse de su público deseándole dulces sueños con “Nana para un gato enfermo“.

Sin duda fue una delicia de concierto, una cita imperdible de la mano de SON Estrella Galicia con un artista que se desnudó musicalmente ante un afortunado aforo, sacando a relucir su faceta más personal y natural y dando fe de la calidad existente en el panorama alternativo patrio.

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Texto y fotos: Beatriz H. Viloria