Carlos Childe es un músico gallego que lleva unos cuantos años alternando la península ibérica con Nueva Orleans, en un pluriempleo en el que no sólamente interpreta con los mejores músicos de cada lado del charco, sino que también hace labor de investigación y divulgación de los sonidos surgidos en la capital del jazz.
Para esta cita madrileña la formación estuvo compuesta por Paolo Furio (contrabajo), Giorgio Gallina (trombón), Marcos Prieto (clarinete), Adrián Begoña (piano), Fer Lamas (batería) y Carlos Childe (banjo y voz). Apenas comenzó a sonar la banda ya establecieron los parámetros de la noche: contrabajo, piano y batería aportan el colchón rítmico y armónico sobre el que navegarían la rasposa voz de Childe y los discursos maravillosamente antagónicos de trombón y clarinete.
Una vez tenemos cubiertas las “necesidades básicas”, cada instante tiene sus diferentes matices. En ‘Indiana’ Childe arranca de su banjo ritmos juguetones a un tema tan antiguo como el propio jazz (fue editado por The Original Dixieland Jazz Band en 1917, primer disco oficial del género), hay ocasiones donde el piano invita a la concurrencia a bailar charlestón, y durante ‘Why Don’t You Go Down To New Orleans’ consiguen algo más que aliñar el ritmo, con un spanish tinge tan latino que hasta Gallina palmea una clave cubana.
Frecuentes chistes sobre sexo y alcohol nos introducen en el Nueva Orleans de hace un siglo y son el prólogo perfecto para temas como ‘I Ain’t Gonna Give Nobody None Of My Jellyroll’ de Sweet Emma Barrett. El cantante también nos presenta ‘Buddy Bolden’s Blues’, dedicada a la trágica vida de uno de los pioneros del jazz (y peluquero, destaca) o bromea sobre sus conocimientos “las matemáticas no son lo mío, pero la geografía…” antes de ‘Hindustan’.
La voz de lija de Childe parece hecha para cantar ‘I’m Alone Because I Love You’, con la entonación de Louis Armstrong y el fatalismo de Tom Waits. También borda ‘A Kiss To Build a Dream On’ del gran Satchmo, mientras marca el tiempo de manera arrastrada y despreocupada.
Lamas está cortado en el molde de los bateristas clásicos: enfoque sencillo y amplia paleta de colores. Gallina brilla especialmente en los momentos más sutiles mientras Prieto alterna el clarinete con un saxo alto que nos regala algunos arreglos parisinos en ‘It’s Been A Long, Long Time’. ‘While We Danced At The Mardi Gras’ deja espacio para lucimiento de todos y culmina con apoteosis de vientos, la auténtica locomotora del sonido Nola.
Tras incontables momentos de bromas internas y complicidad entre los músicos, Childe da descanso a su hiperbólica mano derecha, deja el banjo y se gusta cantando “una de los Ramones” que resultó ser ‘What a Wonderful World’, que tan bien versionó Joey Ramone en su primer disco en solitario.
El día después del martes de carnaval, el Mardi Gras, parece la fecha perfecta para seguir celebrando estos sonidos acudiendo a la llamada de The Carlos Childe Band en Latroupe Prado. Un local nuevo escondido bajo un hotel donde el jazz no deja de sonar. Tal y como comenzó esta música hace más de 100 años.
La 53ª edición del icónico festival danés sin ánimo de lucro se celebrará del 28…
Aún no hemos empezado con los rankings del 2024, pero si hay algo que tenemos…
El Azkena Rock Festival (ARF) ha anunciado hoy los primeros nombres de su 23ª edición,…
Reinventarnos en cada disco ha sido nuestro mayor desafío Sólo hay que mentar a Doctor…
La iniciativa SOM VALÈNCIA está en marcha y ha revelado la programación de conciertos que…
El concepto, filosofía, visión y propósito del LEV (Laboratorio de Electrónica Visual) es, probablemente, nuestro…