Los trabajos que, con un interés innegable, nos entrega la discográfica catalana Foehn parece que, con el tiempo, juegan más a ser abandonados como unos cacharros viejos en el apartado del baúl de los discos que con el tiempo dejan crecer motas de polvo arañadas por melodías que lo clásico ha hecho aún más cautivador. Una pena, porque sus grupos deberían proclamarse, entre mucho más que el tercio de entrada que se acercó a la sala El Sol, como unos dignos representantes de muchas de las tendencias (bien recogidas) que han disparado a otros de los artistas españoles de los últimos años. Siempre hay un gato que le roba a otro las sardinas. De mientras, otros nos dejamos refrescar por la brisa de otros mares.
Marina Gallardo, que espera su momento de entrada por la puerta grande de aquellas cantantes que, año tras año, ocupan las portadas de periódicos y colores brillantes en revistas especializadas, es una portuense que acaba de publicar su segundo, directo y vibrante, segundo trabajo. Un “Some monsters die and others return” que lo hace enriquecer en directo, sobre todo por ser alimentado por una variante melódica que la hace distanciarse bastante del resto del folk-pop, a veces con notas de blues otras de country, que trata de embellecer nuestro panorama independiente.
A pesar de no tener de su lado un sonido perfecto, sobre todo por quedar ensombrecida su voz entre las guitarras, Marina Gallardo canta sus canciones entre susurros y pequeñas dosis de encantamiento que, por su brevedad, piden una exposición en vivo que a veces te dejan a medias. Acaso sea este el único reproche que se les puede recriminar a los cuatro músicos que presentaban este trabajo. Bajo la sombra de la corrección, Marina Gallardo y su grupo saben repartir unos temas que, si bien pueden crear algo que parezca ya sabido, lo hacen con un color que, si no es diferente, nos hace pensar en que pueden representar igual de bien unas portadas y unas páginas que tiñen de color grupos que no les hacen sombra. Tiene en su poder un puñado de buenas canciones. Con un pelín más de fuerza se elevará alto. Y está en ello, se ve en la calidad de sus composiciones y en el mimo que se ha puesto en las melodías.
Por su parte, los madrileños Inhabitants (no confundir con otro grupo canadiense), parecen ya un grupo maduro por el carácter clásico de sus temas. Entre el rock de raíces norteamericano y la excelente voz (sí, tiene un toque marcadamente cercano al Eddie Vedder de Pearl Jam) de Jesús Vassallo, pueden cantar “Bright as the sun” o la canción que da título a su tercer trabajo, “A time for giants” y que se parezcan, de igual manera tanto a los primeros Migala (aunque sin esos toques tan oscuros, véase la luminosidad de “Rain or shine“,) como a unos Giant Sand salidos de la penumbra del mejor rock de notas discordantes que les hace presentar un directo más que notable. Pero Inhabitants parecen huir del slowcore. De ahí que veamos con esa soltura que empaña la imagen de “Early bird blues” por un engañoso country-rock que atravesado por una notas de pop añadió diversión a su directo. No hubiera estado mal que hubiese subido Marina Gallardo a cantar algún tema con el grupo.
En su terreno, Inhabitants pueden hacer grandes cosas. Buen disco e igual de buenos en vivo.
Lo dicho, igual a Foehn records le han robado el pescado; pero no todo está vendido.
Texto y fotografías: Ángel Del Olmo
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