Pasaban diez minutos de las nueve y media de la noche cuando después de una glamurosa introducción pisaba el escenario de un abarrotado Palacio de los Deportes el canadiense (de Vancouver para más señas) Michael Bublé. Para la ocasión optó por vestir un bonito traje gris claro, camisa blanca con corbata y botines negros. Una presencia impecable para un concierto impecable. “Cry Me A River“, fue la canción encargada de romper el hielo escénico para dar paso a una maravillosa “All Of Me“. “Gracias a todos. Yo soy Michael Bublé. Estoy muy contento aquí con ustedes“, fueron las palabras elegidas por Michael para presentarse, en un castellano medianamente entendible, a un público que para entonces ya se había entregado totalmente al encanto innato, contagioso y sin mesura del crooner. No faltaron temas emblemáticos como “At This Moment“, “Everything“, una preciosidad de canción perteneciente a su disco “Call Me Irresponsable“, o “Crazy Love“, precioso tema de Van Morrison que en la garganta del canadiense se perfuma de feeling. Minutos antes se sentaba en el escenario para presentar, agradecer y reconocer la encomiable labor de los músicos de una orquesta de lujo.
En la velada también tuvieron su pedazo de gloria temas como “You Don´t Know Me“, adornado con un espectacular solo de trompeta, “Home“, interpretado en acustico, “Save The Last Dance For Me“, incluida en su álbum y éxito comercial “It´s Time“, o “Haven’t Met You Yet“, una preciosa canción con la que pasada hora y media Michael y compañía dieron por finalizada la primera parte del concierto. Para los bises se eligieron los temas “Feeling Good“, una bellísima canción de Leslie Bricusse y Anthony Newley, que en la voz de Michael suena más bella si cabe, “Me And Mrs. Jones“, y “Song For You“, cantada a capella desde el borde del escenario y que puso los pelos de punta de un público que desnudó desde el principio sus almas seguro de que en las casi dos horas que duró el concierto Michael las arroparía con su aterciopelada voz.
Podría acabar aquí la crónica de un concierto sublime de no haber sido porque el espectáculo contó con momentos muy intensos, como el vivido por un espectador cuando Michael le invitó a cantar con él (la verdad es que el chaval no lo hizo nada mal), como el que nos hizo sentir el cantante cuando se bajó del escenario a cantar con el público, o como cuando el ambiente se inundó de nostalgia y felicidad incontenida con los sendos homenajes que el canadiense dedicó a su tocayo Michael Jackson, interpretando una sentida versión de la popular “Billie Jean“, y a The Beatles, cantando el tema “Twist And Shout“, que el público, levantado ya de sus asientos, bailó y cantó a rabiar.
La noche del pasado 31 de octubre Michael Bublé no sólo hizo fans de Michael Bublé sino que demostró por qué los melómanos disfrutamos tanto con conciertos como éste. Muchas gracias Michael.
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