Un chatarrero que iluminó Madrid
Miguel Campello, “elbicho que ahora canta en solitario”, como anunciaban los carteles a modo de reclamo, demostró con la presentación de su primer trabajo en solitario, Chatarrero, que su directo y el de su banda se merecen más que una etiqueta o la mera comparación con trabajos previos.
Todos los que abarrotaron la sala madrileña Joy Eslava para escucharle y verle, saben que es parte de elbicho y elbicho es parte de él. Pero nada más abrirse el telón, el artista descubre un nuevo rincón de su arte. Y va más allá de ese bicho que lleva dentro desde hace 10 años. Más hondo y con más calma. Este chatarrero recoge todo tipo de objetos, los almacena, y a partir de ahí, encaja las piezas y construye para dar vida a todo ello sobre el escenario.
De eso tratan sus canciones, de instantes recogidos con emoción, con la misma que él supo transmitir al público madrileño. Busca dentro de sí, de su familia, de lo cotidiano y lo saca fuera. Así lo expresa en escena al salir y entrar a su antojo de una nevera serigrafiada con su rostro, elemento central de una escenografia hecha por el propio Campello. Sabe compaginar sus performance más efectivas como su baile, el partirse la camisa, beber y compartir un trago con la primera fila o fumar, con los matices que cada canción tiene. Su banda lo entiende a la perfección y le arropan con maestría.
Gaspar Fernández en la batería, a la percusión Fernando Favier, Gabi Poza a la guitarra eléctrica, José Mestre en los teclados, Víctor Iniesta (de elbicho) a la guitarra, y Tino di Geraldo, uno de los mejores baterías y percusionistas, al que sorprende ver esta vez al bajo, otro instrumento que domina a la perfección. Campello ha encontrado en él al productor y arreglista que mejor podía entender y hacer brillar su proyecto.
Los asistentes gozaron del recorrido por todo su nuevo repertorio. Hubo espacio para los registros más variopintos dentro de una base de pop, rock y flamenco, matizando con elegancia las notas jondas y roqueras, igual que los momentos más recogidos. Los quejíos no están reñidos con el rock, pero hay que saber hacerlo. Campello sabe. Y el público se lo agradeció coreando todas sus canciones.
Emocionó la calidez de “Carita de cansá” y “De la Elvira”, nombre de su mujer y su hija. Para recordar viejos tiempos y apoyarle en su nuevo camino, subió a escena otro bicho: Pepe Andreu, quien aparte de grabar el disco, le acompañó en temas como “Marchitándose”.
También para el recuerdo, la interpretación de “Chatarrero”el tema que da título a este nuevo trabajo y un homenaje al abuelo del artista. La otra homenajeada de la noche fue Massiel y su “La, la, la”, integrado en “La misma historia”.
Como el propio Miguel dijo, la sala consiguió “buena temperatura” que fue subiendo hasta que terminó el concierto con petición de dos bises y un final marcado por los horarios de la Joy y no por las ganas de marcharse del público.
Te puede gustar más o menos el estilo, la performance, o la largura del pelo, pero cuando alguien tiene talento, verdad y ganas, hay que alegrarse de que se suba a un escenario y en tan buena compañía. Lo de las volteretas, ya ni te cuento. Todo un espectáculo. Se llama Miguel Campello.
Texto: E.P.I.