El crecimiento en popularidad de la chilena afincada en México Mon Laferte desde que tuvimos la oportunidad de charlar con ella hace 5 años ha sido estratosférico. Laferte se ha consolidado como una de las mejores cantantes, no sólo de la actualidad, sino de las últimas décadas, editando desde entonces tres discos con grandes composiciones del mejor melodrama latinoamericano junto a brillantes interpretaciones que pellizcan el alma.
No hizo falta que saliera la banda para que el sentimiento mexa se apoderara de la sala La Riviera. Desde que por los altavoces sonó ‘Perfume de Gardenias’ ya se rompió a gritar y cantar, la sucesión de Jeanette, Daniela Romo y Selena añadió drama y malditismo, y el ambiente terminó de caldearse con ‘La gata bajo la lluvia’. “Son las canciones clásicas de borrachera mexicana” comentaba una fan.
Irrumpe sobre las tablas Mon Laferte y los gritos son ensordecedores, suena ‘Aunque te mueras por volver’ de su disco SEIS, una buena síntesis de lo que nos esperaría los próximos 100 minutos: historias repletas de sentimientos llevados al límite, una banda que mece a la diva con mimo y precisión y un torrente de voz que, en sus momentos culminantes, alcanza notas sostenidas finalizadas con un vibrato apabullante.
Casi como una respuesta prosigue con ‘Vuelve por favor’, cambia el papel en la relación pero vuelven los amores desesperados envueltos en gustosos fondos de trompeta. Este tema proviene de Tornasol, un álbum donde Laferte empezó a dejar entrever toda la potencia y el estilo que muestra hoy.
La orquesta cumple sobradamente en todo momento, pero es en las canciones recientes cuando más se luce como conjunto: guitarras, teclados y trompeta se preguntan y se responden mientras la baterista Cancamusa -de gran parecido con la propia Mon- imprime las diversas cadencias que solicita cada partitura. También hacen coros con sutileza, como en ‘Funeral’ y permutan instrumentos para dar siempre el toque apropiado. Todo ello al compás de una Laferte que respira al ritmo de la música y es una maestra aumentando la tensión con inflexiones, pausas y miradas.
Las explosiones de baile son celebradas con gritos y taconeo. La salsa ‘Por qué me fui a enamorar de ti’ insiste en los amores prohibidos -tan pasionales como efímeros- con eficaces juegos de trompeta y la vibrante guitarra española de Sebastián Aracena-, y una súplica, “cinco minutos”, que seguía cantando una venezolana al finalizar el concierto. Todo el mundo quiere cinco minutos más de la chilena.
Al igual que tres días antes en el Vive Latino Zaragoza, Silvana Estrada se unió a ‘La Trenza’ con su voz sacada directamente de la madre tierra. Minutos después haría lo propio Rozalén con ‘Amiga’, una ranchera que brinda por la amistad entre mujeres, compuesta a medias un día que Laferte andaba “despechá”. Es nombrar esa palabra y se activa el resorte para que público y artistas tengan que cantar y bailar a Rosalía. Además de la albaceteña subieron al escenario su guitarrista Ismael y la intérprete en lengua de signos Bea, hecho que emocionó a un chilango “¡¡esto sí que es integración, no mames!!”.
Se suceden las canciones y el nivel no baja. De su último lanzamiento 1940 Carmen presentó’ ‘Supermercado’ y ‘Algo es mejor’, ambas con preciosas melodías y dando todo el protagonismo a las guitarras, un terreno diferente donde Mon también sale triunfante sin dos de los ingredientes principales del resto del recital: los excesos vocales y la trompeta.
‘Pa’ donde se fue’ tiene ritmos andinos y explora un hecho que, desgraciadamente, no es raro en sudamérica, el padre ausente. ‘Antes de ti’ empieza con teclados de telenovela para derivar en una joyita pop que en su single tiene hasta versión en japonés. Entre tanto, el público -que llenó el recinto- no deja de interactuar con el escenario soltando confesiones “Mon te amo” y hasta gritos de mariachi en ‘Se me va a quemar el corazón’.
Los amores y odios superlativos volvieron a serlo con el poker de ‘Amor completo’, ‘Si tú me quisieras’ -con acordeón- , ‘Tormento’ -impresionante chorro de voz- y ‘Tu falta de querer’ con acuosos punteos. Es en estos temas donde la cantante, un auténtico animal escénico, termina de fundirse con el gentío y hasta se alimenta de él para elevar sus sentimientos hasta el paroxismo con esa sensación de dolor digno que sólo monstruos como Jose Jose han conseguido alcanzar.
Tras ‘Mi buen amor’ se coloca una flor roja en pelo y se despide. Juan Gabriel y su ‘He venido a pedirte perdón’ suena en la sala y el fenómeno fan continúa con estériles peticiones de bis. Si no nos fallan las cuentas es su tercera vez en sala en Madrid, siempre aumentando aforos. Y es que asistir a un concierto de Mon Laferte es una experiencia tan extenuante como fascinante, es una artista que necesita expresar sus sentimientos a través de la música y, con el inmenso poder que tiene la música, consigue que todos formemos parte de sus historias, emocionando y demostrando por qué es la gran diva latinoamericana de este siglo.
Abrió la noche la cantautora valenciana Chlöe’s Clue con su guitarra, que bromeó sobre la dificultad de su nombre artístico “tiene h intercalada, diéresis y apóstrofe”, mientras ofreció historias de desengaños con una voz versátil y con carácter. Durante casi 30 minutos cantó a las penas en ‘Te brindo al cielo’ o en ‘Quémame’, donde colaboró con Daniel me estás matando. También dedicó un tema sobre una ruptura a un exnovio presente en la sala y recordó sus primeros discos en inglés con ‘Cafe-bar 2000′. Muy gestual y enérgica, sus arranques de mujer fatal encajarían a la perfección en un bar humeante con mesas bajas y cortinas de terciopelo.
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