Qué importante es el manejo de los tiempos en la vida, intuir el momento adecuado, caer en el instante oportuno. Uno de nuestros últimos grandes conciertos sin saber lo que era una PCR fue una Riviera con Morgan en su final de gira y más de un millar de ojos llorando a su Sargento de hierro. El barbecho que se impuso la banda para preparar su nuevo disco coincidió con el cataclismo y más de 21 meses después ellos mismos se convierten en el resucitar, en el evento redentor, en la vuelta a la sala El Sol con público de pie en una presentación para prensa, amigos y -como veremos más adelante- enemigos.
The River and the Stone es su nuevo lanzamiento, lo tocaron en su totalidad y la progresión continua sin sorpresas: generosidad y maestría en las dinámicas, referencias setenteras por doquier y un tema en castellano para derretir almas. Ya teníamos muy escuchado River -uno de los adelantos- con coros gospel, teclados del sur confederado y hechuras de himno mesiánico. Prosigue la fotografía arenosa sin saturar con WDYTYA?, un crescendo muy cinematográfico en el que nuestras piernas avanzan a través de la ciénaga de la vida acompañados de un sombrío slide de guitarra.
Paranoid Fall es la canción potente del álbum, riff de guitarra para agitar la cabeza, solo gustoso y tracción hacia adelante sin piedad. Nos remite a los mejores Skunk Anansie y atestiguamos como la versatilidad de Nina es absoluta. Volvemos a norteamérica con A Kind Of Love y su tramo final con cambio de tempo y guitarreo con innegable sabor a Allman Brothers.
Ya la conocemos desde hace años, pero la espontaneidad de Nina sigue desarmando, así como su capacidad de comunicar, haciendo que parezca fácil la magia de la conexión entre ella y el público. Hasta a sus compañeros de banda les sale la risa tonta -de felicidad, obvio- con sus fraseos. Una formación donde todos respetan su espacio, con protagonismo alterno de guitarra o teclados y una sección rítmica que proporciona el colchón perfecto y -en el buen sentido- apenas se hace notar.
Un recuerdo y su rey es la única concesión al idioma español, una balada marca de la casa que, bromean, casi se titula ‘Nana del rey’. Las referencias para melómanos encuentran su culmen en Alone, más que inspirado en el 1977 de Pink Floyd, las melodías, la guitarra, las entradas de batería. ¿Para cuándo una versión en directo de, por lo menos, 11:25?
Como única extra al nuevo álbum rescataron Another Road y la imposibilidad de no bailar para cerrar una noche icónica, cuando volvió a sonar la mejor medicina, la calma que desprende la voz tranquila de Nina. Nunca entenderemos como varios invitados no pararon de hablar, boicoteando los momentos más recogidos del recital. Son los que sobran; ejecución.
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