Reconozcámoslo, ¿quién fue realmente a ver a Amaia Montero? Pues no mucha gente por al falta de motivación del público congregado en las Ventas. Es verdad que el aplastante calor no ayudaba, pero su actuación fue tan anodina que los bostezos estaban a la orden del día. Tampoco se puede pedir demasiado cuando el repertorio es tan, dejémoslo en aburrido. La única luz fue cuando interpretó “La playa”, el clásico de su antigua banda, que aunque nunca me ha parecido una gran canción, despunta entre tanto despropósito interpretativo. Y además va y nos sale con que deberíamos sabernos las canciones. Primero que lance un buen disco, y luego hablamos. Eso si, iba muy elegante.
La gran estrella fue Kylie, evidentemente. En un show un poco más light y recortado que en la gira del año pasado, la australiana se presentó asombrosamente guapa ante los presentes, que coreaban su nombre una y otra vez. Comenzó con uno de los mejores temas de su último largo, “Speakerphone”, e increíblemente, aunque no se lanzó como single, el público la conocía bastante bien. Vamos, La Plaza de Toros de las Ventas estaba repleta de fans de los de verdad. Los hits no se hicieron esperar. “Can’t get you out of my head” sonó algo insípida, aunque final caló (quizás deseaba demasiado el mash-up con “Blue Monday”). Los hits fueron los esperables, centrándose sobre todo en sus últimos discos, desde el Light Years en adelante. “Spinning around” se reconvirtió en un tema calypso con el sampler de Vacaciones en el Mar incluído (otra cosa no será, pero el show rezumaba estilo kitsch por doquier). El momento Village People de “The disco needs you”, la interpretación algo descafeinada de la gran “On a night like this” y la inmensa “Kids” fueron el resto de temas procedentes del reivindicable Light Years. “In your eyes” se destapó como una de las grandes de la noche, con toda la plaza cantando cada sílaba como si de un himno se tratase. “Wow” y “Love at first sight”, canciones con más de una similitud, se llevaron de calle al público con el buenrollismo que les caracteriza. Se ahorró las baladas, aunque interpretó “No more rain”, un medio tiempo que en directo se volvió más contundente (las bases parecían de los primeros Chemical Brothers). Y no hay que olvidar el momento “The one”, pedida a petición del público y en acústico. Se echó de menos la impresionante remezcla de “Come into my World” a cargo de Fischerspooner, que si que interpretó el año pasado, pero la nueva versión de “Slow”, muy del estilo, lo compensó. El show terminó con su primer gran éxito, “I should be so lucky”, en una versión exacta al original, pero siempre acertada. Si, la selección de canciones, a pesar de las inevitables ausencias (nunca llueve a gusto de todos), destacó por ser bastante acertada.
Uno de los aspectos más importantes en un espectáculo como éste es la puesta en escena, que en este caso cumplió pero no sobresalió. En general era algo menos espectacular que en la gira pasada, a veces rozaba la horterada más chirriante, pero al final conseguía transmitir ese ambiente de diversión y hedonismo necesario para convertir el acontecimiento en una fiesta única. A lo que también ayudó el encanto y la simpatía de Kylie, una mujer que se hace querer y que resulta muy cercana. Tan cercana, que incluso pudo aguantar la mala educación de Miguel Bosé al mantenerla en un segundo cuando interpretaron “Como un lobo”. Y esa es otra, ¿cómo se atreve a interpretar una canción suya en un concierto ajeno? Aunque todo resultaba tan excesivo que al final no importó este pequeño lapsus para seguir disfrutando de tan magnífico concierto, a la altura de lo esperado. Kylie no venderá como antes, pero sigue siendo querida por la mayoría.
Más información en: página oficial de Kylie
dyorch