Era mi intención redactar esta crónica sin adjetivos relativos al espacio, pero no es posible. Cuando una banda ha sido capaz de acuñar un término, apropiárselo y defenderlo allá donde va, es inevitable no tirar de él. Y es que, sí, amigos — que diría su cantante, Martí Perarnau -, los directos de Mucho son cósmicos. Y en su reciente visita a La Boite madrileña dentro del ciclo Live Concerts se marcaron un viaje espacial para el recuerdo.
Los manchegos se mostraron sorprendidos al conseguir colgar el cartel de “no hay entradas”, pero seguramente gran parte del aforo estaba convencido de que iba a presenciar el directo de unos tipos que merecen aforos más grandes. Con un intenso recital de poco más de una hora, Martí, Miguel, Víctor y Carlos apostaron por su presente, el recién editado single Grupo Revelación y El Apocalipsis según Mucho (2013), segundo trabajo que ha supuesto un gran salto en calidad y estilo, y que ha confirmado que aquello del “rock cósmico” no era una simple etiqueta más.
Arrancó la maquinaria toledana con uno de los títulos que componen el mencionado álbum, y muy oportuno, “Motores“, dando fe de que la voz de Martí tiene aguante y ningún miedo a los cambios. Le siguió, entre batallas de guitarra y el bajo de Miguel como protagonista, “Corre mi reloj“, una de las dos únicas intervenciones de su debut homónimo de 2011, para después presentarse de manera formal: “Somos Mucho, el azote de la Mancha”.
No quisieron mirar demasiado a su pasado, aunque “La casa en pie“, uno de sus primeros éxitos, fue de los más aplaudidos y vibrantes, gracias al buen hacer de Carlos a la batería. Sin embargo, este viaje espacial tuvo bastante de temporal. Los cuatro músicos, entregados al “noble arte del rock”, transportaron al personal varias décadas atrás con su uso del órgano, sus progresiones más que setenteras, y varios momentos muy beatle. Mucho no practica el no tan noble arte de los hologramas, pero ciertos punteos de “El lustroso alarido” recordaban tanto a las manos del desaparecido George Harrison que había que empezar a plantearse si el beatle estaba entre nosotros de nuevo.
Para la primera despedida, se reservaron su nueva y romántica balada “La primera luz del día“, creando de nuevo una atmósfera beatle con sus guitarras y sus arreglos vocales, que al igual que los que cerraron “Las plantas“, traían a la mente a los Beatles de Abbey Road. Pero esta balada tenía truco, pasando a un ritmo acelerado, creciendo poco a poco hasta desencadenar en una explosión sideral. Porque no hay otra palabra para describirlo.
Tal fue su confianza en este material recién salido del horno, que “Grupo Revelación” lideró los bises, resultando en un estreno impecable y rotundo de ese alegato a favor de la música de calidad, poniendo fin al recital con “Sal de la tierra“, último ejercicio del rock cósmico de Mucho.
Algo breve pero más que intensa fue su presencia sobre el escenario, dando cuenta del buen momento que atraviesan. Mucho han encontrado su camino, y avanzan por él con paso firme y confiado, hacia el reconocimiento que se merecen y se ganan en noches como esta.
Texto y fotos: Beatriz H. Viloria