Viernes
A pesar de que no se pueda comparar con Sónar, que es otro nivel, Mulafest podría ser una versión mini del mismo que sacie las ganas que tenemos en la capital de una propuesta festivalera decente en general, y electrónica en particular. Así que había que estar.
La primera opción en directo del festival era el dúo Rhye, aunque sobre el escenario iban en forma de sexteto. Por ello su directo podía reflejar los diferentes matices de su elegante r’n’b. Ante un cartel tan electrónico, e incluso machacón, sorprendía una propuesta tan orgánica y sosegada salvo algo lapsus un poco más disco. A pesar de todo el público reaccionó muy bien antes temas como “Fall” y “Open”, lo que sorprende ya que su debut data de 2013, por lo que siguen en la memoria de muchos a la espera de que publiquen su secuela.
Jon Hopkins ha escogido un formato más bailongo para su directo, obviando su faceta más sosegada y enfocada al piano. Quizás se echa en falta al menos un guiño hacia ella, pero pocas pegas se le pueden poner a un show que, aunque enfocado al baile, el buen gusto es su mayor baluarte. Se agradece algún lapsus ambient, pero el IDM manda abrigado por proyecciones deliciosas (destacan la del skater y la de los paisajes con texturas poligonales). El inglés suda lo suyo en la mesa (y sudaría más con este calor) y el público, posiblemente el más numeroso del festival, lo agradeció. La mejor opción era cerrar los ojos y dejarse llevar.
Ante la cancelación de Klangkarussell aparecieron en escena Atica, que después de la experiencia casi religiosa de Hopkins, la verdad es que no es que supiese a poco, es que sabía a rancio. Si poner “Jenny from the block” es el punto álgido de la sesión, apaga y vámonos. En un contexto más kitsch quizás cuele, pero no a las 12 de la noche, en ese festival y tras lo que habíamos presenciado.
John Talabot subió un poco los ánimos, pero en general resulta más recomedable su live a su dj set, demasiado encorsetado en grises sonidos house, sin saber cuándo empiezan y acaban las canciones. Se agradeció, eso sí, que la voz de Romy de The xx salvase los muebles y nos hiciese reaccionar ante un nivel de monotonía demasiado anclado.
2manydjs saciaron algo más nuestras ganas de jolgorio, con canciones que iban de los más caspa en el mejor sentido de la palabra (Chimo Bayo) a lo más respetado (The Smiths, con los que terminó). Sus mezclas ya no sorprenden, pero siguen siendo apetecibles para terminar la fiesta con buen sabor de boca.
Sábado
PXXR GVNG es una de las sorpresas musicales que más están dando que hablar en los últimos meses, para bien o para mal. Hay mucho odio hacia su música, y hasta cierto punto resulta comprensible ya que daban ganas de estrangularles cuando salieron al escenario, pero después les pillas el punto y acabas uniéndote a la fiesta. Ritmos trap, hip hop y hasta reguetón en temazos como “Tu coño es mi droga” o “Como el agua”, donde dejaban de manifiesta su descaro y flow a la hora de rapear y comunicarse con su público. Me recuerdan a Mecano por su capacidad de resultar tan absurdos como inteligentes tanto en sus letras como en su estilo. Y eso mola.
Llámale bublegum bass o cualquier género medio inventado que te plazca, pero un directo de SOPHIE es lo más divertido que te puedes echar a la cara (y a los pies). A pesar de un calor horrible, el público se retorcía antes esos beats imposibles, que no solo tendían al colorido de sus singles más conocidos, sino que había espacio para cierta oscuridad con un puntito de histrionismo que resulta desconcertante pero irresistible a su vez. Incluso la escueta puesta en escena, casi inexistente, no resultaba un escollo ante tanto hit que jamás será hit. Injusto mundo.
Las guitarras no eran el fuerte del festival, pero Is Tropical las reivindicaron convenientemente, lo que sorprendió porque normalmente sus directos dejan bastante que desear. Se centraron más en su faceta electrónica, quizás por el contexto del festival, por lo que su primer disco tuvo una mayor presencia (“The greeks”, “South Pacific”, “Lies”, etc.), y el personal lo agradeció. La voz estaba ligeramente baja, pero en general el sonido gozó de bastante calidad, el setlist tomó lo mejor de su corta carrera y supieron hacer bailar al público, aunque respecto a SOPHIE supuso un poco de bajón, para qué negarlo.
Mount Kimbie no apareció en forma de dúo, quizás porque para un dj set no resulta tan necesario (aunque tampoco sobraría). Aunque un live hubiese sido lo suyo, su sesión no desentonó respecto a su future garage o UK bass, con una exquisita selección de temas, en general bastante desconocidos (algún lapsus en plan Animal Collective), que tomaban referencias de otras culturas y las mezclaba con sabiduría con la electrónica más sofisticado y bailable. Todo un acierto.
El mejor concierto del sábado recayó en el irlandés Hudson Mohawke con su trap y glitch hop de irresistible adicción. “Chimes”, “Thunder bay”, “Ryderz”, ”Brand new world” o “System”, fueron algunos de los temazos que provocó que bailásemos con espasmos. No hubo temas con voces (en su último disco canta gente como Miguel o Antony), pero tampoco hizo falta y el artista prefirió no profanarlos con voces pregrabadas, como hacen la mayoría de djs. Un detalle que demuestra el mimo de su propuesta, donde aparte de él había un batería y un teclista, por lo que no todo estaba en manos de su persona. Todo ello y mucho más le convirtieron en el mejor final de fiesta. El año que viene repetimos.