Con su programa para la pequeña pantalla y discos como The Monkees o More Of The Monkees, Micky Dolenz, Peter Tork, Davy Jones y Michael Nesmith se habían convertido durante 1966 y los primeros meses del 67 en los niños bonitos de Norteamérica. Creados por Screen Gems Television, tras comprar la idea pensada por Bob Rafelson y Bert Schneider de unos posibles rivales estadounidenses para la beatlemania, The Monkees en un principio resultaron marionetas en manos de la compañía.
Mientras ellos soñaban con poder tener la libertad creativa obtenida por The Fab Four, artistas a los que admiraban —por mucho que se vendiese otra historia en los medios de difusión yanquis—, se las apañaban para poner sus voces sobre canciones compuestas por David Gates, Carole King, Tommy Boyce, Bobby Hart o Neil Diamond, y ejecutadas a los instrumentos por mercenarios de estudio. A Nesmith era al único que se le permitía incluir alguna tonada de su cosecha, debido a su talento como creativo. Pero el poderío en ventas les envalentonaría para pedir lo que les pertenecía, es decir, un LP en el que realmente imprimir su personalidad tanto en letras como en arreglos.
Así, y tras hacerse los actores Dolenz y Jones con las bases en ejecución de varios instrumentos —Peter y Michael eran realmente los músicos del grupo—, se reúnen de febrero a marzo de 1967 para generar la total grabación de Headquarters. Álbum que es el primer intento medianamente psicodélico del cuarteto, una psicodelia siempre entendida como pop que se deja manchar por concepciones básicas en cuanto a lo que ese flower power pueda significar para el sonido como tinte primario. A partir de ahí no pararían y en total, fijándonos en toda su carrera bajo dicho nombre artístico, el cuarteto —que en ocasiones se reducía a trío o únicamente a tándem interpretativo— editaría más de diez LPs de estudio y diversos álbumes en formato CD con rarezas y temas descartados; igualmente se recuperarían con los años grabaciones en directo, se pergeñarían multitud de cajas aniversario y hasta DVDs.
El miércoles falleció con tan solamente 66 años una de esas personas especiales a las que merece la pena ponerles el nombre de artista, y siempre con letras mayúsculas. Él, de la misma manera que su compañero de armas y chascarrillos en The Monkees Micky Dolenz, era uno de esos verdaderos entertainers, un showman capaz de robarte una sonrisa y regalarte una canción.
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