Seguramente que Olga Román sea la artista (junto a Joaquín Sabina) que más haya visto encima de un escenario. Acompañando a “El Flaco” y aterciopelando su voz cazallera, pero ganándose canción a canción, concierto a concierto, el respeto no solo del público sino de sus propios compañeros. Y ese respeto es quizás el que la ha invitado (más que empujado) a publicar su tercer disco, el titulado “Seguir Caminando“, un disco que la menorquina nos presentó el pasado 23 de Febrero en una sala Galileo a reventar de incondicionales. Uno de ellos, Antonio García de Diego.
A las diez y diez, micrófono en mano, salía al escenario una ilusionada Olga Román,ataviada con un elegante vestido negro de tirantes a juego con la elegancia de su voz. Olga estuvo arropada en todo momento por unos músicos que a lo largo de la velada demostraron con creces su talento musical, amén de unos invitados de lujo que embelesaron a los presentes con su presencia pero sobre todo con su arte. La canción elegida para romper el silencio escénico fue la que también abre el disco, “Un Par De Cosas Que Hacer“, un tema con pinceladas cariocas y que como todos los del disco rebosa poesía costumbrista: – “ni si la mano que toco, si estoy tocando tu mano, busca seguro mi mano, o tropieza nada más” -. La melancolía, esa que ahonda en los sentimientos más profundos y que globaliza lo único, lo propio, vino de la mano de “Brindis“, perteneciente a su necesario segundo disco. Unos minutos antes Olga nos daba las gracias por estar allí aquella noche: “Gracias…¡por fin, por fin tenemos el disco! Ha sido un largo camino… Estamos todos los que hemos participado en él y habéis venido todos vosotros. Gracias“. Entonces sonaron los primeros acordes de “Que Sí, Que No“, una canción más “bailable“, y a la que siguieron “Wake Up“, cantada en inglés, “Dime Por Qué“, de su segundo disco, y “Margarita“, en la que ha colaborado Joaquín Sabina y que según palabras de la propia Olga “está hoy con nosotros aquí, en estas flores“; Una letra sublime (“se sentía Margarita más solita que la una aunque estaba rodeada de amores de bien amar“) y un ritmo que acariciando las palabras contribuyó a la perfecta combinación entre canciones rápidas y otras más lentas.
“No Me Digas Cómo“, también impregnada de ritmos brasileños, sirvió para que la cantante desvelara al público su espíritu más dubitativo y para que, después de su interpretación, nos presentara a un encantador Andreas Prittwitz, al que conoció en su “juventud más joven” con Aute, y que subió al escenario para acompañarla en la canción “Me Esperas“, — “abro la puerta y está el cuadro de las esferas, la ventana que da al patio, la planta de la esquinera” -.
Tampoco faltaron a la cita “Cada Vez Que Te Vas“, en la que ha colaborado Pablo Milanés (que tampoco pudo asistir) – Olga nos desveló las dificultades que tuvo para grabar la canción ya que descargarse en Cuba un mp3 les llevaba la friolera de ¡una semana! -, “Me Asomo“, rescatada de su segundo disco y que contó con la presencia en el escenario de una sublime Carmen París, “Seguir Caminando“, para la que invitó al respetable a corear su melancólica letanía, “No Sé, No Sé“, rescatada de su primer disco, “Vueltas Y Vueltas“, y en la que destacó el virtuosismo de Antonio Toledo a la guitarra, “Canción Para Lucas“, interpretada al único abrigo del piano de Luis Fernández, y dedicada a esas personas que como Lucas son muy especiales; una canción escrita para él y para todos nosotros, para que seamos “capaces de aceptar su diferencia“, “Te Querré“, o “Ahora Ya Ves “, también de su segundo disco y que dedicó a su compañero de aventuras y escenario con Joaquín Sabina, Antonio García de Diego. Pasados diez minutos de las once y media de la noche Olga y compañía daban por finalizada la primera parte de la velada con la canción “No Da Igual“, complaciendo la petición de una fan.
Después de dos minutos de merecido descanso volvían al escenario para interpretar la preciosa “Nada Es Suficiente“, – “me invento mil excusas para dejarte, pensando que es la única solución, para este desconsuelo triste y cansado, que nos tiene atrapados a los dos” – y “Eh Morena“, dedicada a su hermana Ana, “una mujer muy ocupada y se la quiero dedicar. Gracias, sabía que vendrías“.
Casi dos horas de concierto que dignificaron las canciones más íntimas de Olga, esas que su voz angelical hace que sintamos como nuestras; una voz que conversa de tú a tú con el buen gusto y para la que escenarios como el de la sala Galileo se quedan pequeños. Luego encendieron las luces de la sala, unas luces que avivaron la llama de la merecida ovación de un público entregado a la artista desde el primer verso, desde la primera nota. Y es que la Amistad y los aplausos abrigan más que la mayor de las hogueras. Gracias Olga.