El reciente anuncio del Primavera Sound de cobrar 50€ a los medios acreditados para cubrir el evento ha levantado ampollas entre todo el periodismo musical. Y de paso un debate entre profesionales y público, quizá más enfangado que interesante. La cuestión de fondo y los argumentos utilizados son sospechosamente similares a las estrategias de manipulación clásicas usadas por medios de comunicación, gobiernos y empresas:
- Reforzar la sensación de culpabilidad, haciendo creer a los periodistas que sólo ellos son los culpables de la situación debido al mal uso que algunos han hecho de las acreditaciones.
- Mantenernos alejados de la información, siendo ciertas promotoras y festivales poco transparentes en cuanto a las cantidades que reciben de las arcas públicas o los márgenes de beneficio que manejan.
- La distracción, desviando la atención de los medios de otras cuestiones más importantes —como la financiación, tributación o los contratos- hacia temas menos dañinos, como si los pases de prensa deben o no tener un precio.
- La cizaña, usando argumentos falaces y promoviendo el desencuentro entre público y periodistas, que acaban enzarzados en disputas muy alejadas de los verdaderos intereses de la industria.
- Primero el problema y después la solución, creando un problema inexistente para más tarde dar la solución a aquellos medios cuya cobertura es más importante y con quienes se llegará a un acuerdo si fuera necesario.
- “Me duele más a mí que a ti“, el viejo truco que nos presenta una medida como dolorosa pero lamentablemente necesaria.
Mientras tanto, no parece exagerado recordar como algunos festivales y promotoras han usado en ocasiones las acreditaciones de prensa para condicionar y opinar sobre el trabajo de un medio o un redactor. Buen ejemplo es el caso de la negativa del Primavera Sound en 2012 a acreditar a un periodista de El Periódico por un artículo en el que reclamaba una mayor visibilidad de músicos locales. Otras veces, la concesión de acreditaciones les ha servido para granjearse amistades y estrechar lazos, dando un par de pases por ejemplo cuando la norma era conceder sólo uno por medio.
Pero, ¿es esto realmente un problema? Pues, como siempre, dependerá de a quién le preguntemos, pero lo que no parece complicado es apuntar algunas acciones que, con un poco de interés por ambas partes, ayudarían a solventar esta cuestión:
¿Qué pueden hacer las promotoras?
- Pedir datos de audiencia y alcance a los medios que solicitan acreditaciones.
- Comprobar la trayectoria, seriedad y contenidos de esos medios.
- Hacer un seguimiento posterior al evento de los contenidos publicados.
- Acondicionar decentemente una zona de prensa, especialmente para los fotógrafos.
¿Qué pueden hacer los medios especializados?
- No plegarse a las presiones de promotoras.
- Mantener unos contenidos independientes.
- Ser transparentes con sus datos de audiencia y alcance.
- No usar las acreditaciones para captar aficionados que después hagan una crónica.
No debemos perder de vista que el periodista musical va a un concierto a hacer su trabajo, le guste o no el espectáculo que va a presenciar. Un trabajo que, como cualquier otro, puede aportar momentos buenos y otros bastantes menos agradables, pero que de ninguna manera puede ser un argumento válido para adoptar medidas como la de cobrar por acreditación. Eso sí, siempre habrá quienes aplaudan medidas como esta o quienes dejan bien claro lo que mola ir con acreditación. Y, por si acaso la medida no tiene seguimiento qué mejor que seguir estos consejos para pedir vuestros propios pases de prensa.
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Texto: Juan Manuel Vilches