Los rápidos avances de los últimos quince años en la tecnología y la expansión del uso de internet han provocado un mayor acceso a la cultura por parte de la ciudadanía. Cualquiera con un poco de interés y tiempo puede tener acceso a toneladas y toneladas de información y sucede a menudo que después quiere compartir su opinión con los demás. En eso se basa la web 2.0: compartir, colaborar e interactuar. A partir de ahí cualquiera de nosotros podemos generar contenido en internet. Pero además se han multiplicado las plataformas y tiendas que ofrecen a los consumidores la posibilidad de recomendar y comentar sus productos.
La crítica musical se encuentra así con varios “competidores”: quienes se dedican a comentar discos por afición y los consumidores que recomiendan uno u otro producto en tiendas como Amazon. Los aficionados que comenzaron escribiendo en sus blogs por afición, junto con los foros especializados, han ganado mucho terreno gracias sobre todo a una independencia que a los críticos profesionales hace años que se les discute. Cientos de blogs en castellano son referencia para una gran cantidad de aficionados porque dan cabida a géneros y bandas que los grandes medios ignoran en el mejor de los casos y muchos aún se preguntan por qué, pero la respuesta no es tan complicada: simple y llanamente no existen referentes en los grandes medios especializados. Y en cuanto a los comentarios de otros usuarios en tiendas ya es una práctica habitual; confiamos más en la opinión de alguien como nosotros que en la prescripción de la prensa.
Por otra parte, existen ciertos factores que condicionan de alguna forma el trabajo del crítico de música: que el disco en cuestión ya haya sido reseñado en otra publicación de renombre, que el músico tenga una trayectoria respetable o que una nueva banda salga en todas las publicaciones menos en la nuestra, entre otros muchos. A veces que un disco haya recibido un premio puede tener un efecto u otro depende del tipo de premio. Si el premio es un Grammy va a ser complicado que una publicación “alternativa” se interese por él, pero si el premio no tiene mucha repercusión mediática o lo otorga una publicación de referencia ya es otra cosa.
Hasta aquí los críticos musicales salen perdiendo con respecto a los aficionados y consumidores, pero veamos ahora la otra parte de todo esto. El crítico aporta —o debe aportar- valores que no encontramos tan fácilmente en los comentarios de los consumidores: la contextualización de la obra, un análisis bien redactado, la mención a referencias e influencias, una valoración argumentada y, por supuesto, un tono divulgativo que es de lo que se trata al fin y al cabo.
El debate se acaba trasladando así hacia el contenido, que es lo único que nos queda, porque las herramientas que canalizan, censuran, ocultan o difunden ese contenido están en manos de otros (Google, Facebook, Amazon, etc.). Y esos otros son plataformas publicitarias y tiendas cuyos intereses no son los mismos que los de los usuarios, por lo que la distribución de contenidos y prescripciones de usuarios no siempre van a tener un valor real e independiente para nosotros. Los blogueros tampoco están libres de sospechas, porque no son pocas las empresas que han surgido en los últimos años dedicadas a “explotar” la influencia de los blogs.
La cuestión en torno a si la crítica ha sido democratizada -manoseada dirían algunos- tiene muchas aristas, pero como curiosidad sería interesante analizar los datos de un hipotético estudio que comparara las valoraciones de críticos profesionales con las de blogueros y recomendaciones de usuarios en tiendas… Seguramente nos sorprenderíamos de la similitud de opinión entre ellos, porque la democracia no implica siempre una mayor diversidad de opiniones sino simplemente un mayor número de voces diciendo lo mismo.
“Las grandes empresas (…) utilizan Internet con una habilidad, un alcance y un poder como jamás lo haremos nosotros. Es una buena herramienta para nosotros, pero es mejor para ellos.” Jerry Mander
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Texto: Juan Manuel Vilches
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