El mundo de la música casi siempre ha tenido muy en cuenta la importancia de la imagen, el mensaje y la puesta en escena, pero actualmente, con la invasión de conceptos y metodologías empresariales en todos los ámbitos, cada vez se incorporan más y más cuestiones al negocio de la música.
Much@s habréis oído hablar del storytelling en los últimos años, pero por si acaso ahí va una definición breve y seguramente coja: el arte de contar historias. No en vano, el storyteller en la tradición inglesa es nuestro tradicional cuentacuentos. Sin embargo, la cosa va más allá, puesto que implica a todas las partes. No sólo quien cuenta la historia juega su papel, sino también quién la recibe y cómo la recibe e interactúa con el emisor. Es decir, no nos referimos únicamente a la técnica narrativa —que sería más o menos la traducción de storytelling- sino también a la audiencia y las relaciones que se establecen.
Pero el storytelling aplicado a la industria musical no tiene desde mi punto de vista nada que ver con el contenido de las canciones o los discos conceptuales, sino con el discurso que el músico emplea y la historia que hay detrás de él, independientemente de si eso le sirve o no para conseguir más ventas. Porque el discurso con el que vendes —o intentas vender- tu música puede ser incluso más importante que las propias canciones. La música siempre ha sido una herramienta de reafirmación de la identidad personal y no son pocos quienes se adscriben o apuntan a una u otra corriente en función de los valores, la imagen o la farándula que hay en torno a ella. Bajo esta premisa, si nos fijamos detenidamente en bandas que han logrado cierto éxito a pesar de plantear unas propuestas experimentales y muy minoritarias podemos encontrar algún rasgo de esa capacidad o estrategia para contar historia.
Pongamos algún ejemplo. Sunn O))), a pesar de dedicarse a un género poco conocido y que espanta incluso a aficionados al death o al black -a priori más extremos- ha conseguido un éxito notable. Dando por supuesto que su calidad en lo musical es incuestionable, también lo es que parte de su popularidad ha venido dada por su imagen y su discurso, que se ha centrado en muchas ocasiones en reivindicar bandas poco conocidas y músicos tan distantes en principio como Terry Riley. Otro caso interesante es el Julian Cope. Aunque a finales de los setenta alcanzó cierta fama con la banda The Teardrop Explodes, ha sido con sus libros y su web Head Heritage con los que se ha labrado una carrera como escritos en los últimos años. El señor Cope ha ejercido una labor notable en la difusión de bandas y discos bastante desconocidos mientras daba también espacio a temas ocultistas. No en vano, es apodado “el druida”.
Todo esto no trata más que de conseguir establecer un vínculo emocional y transmitir una emoción. Es decir, el storytelling se articula como una pata más del inmenso cuadrilátero en el que se desenvuelven la publicidad y el marketing, cuyo objetivo final siempre será vender. Sin embargo, bajo este concepto podemos agrupar tanto a quienes se aplican con ahínco en seguir las directrices de los gurús del momento como quienes, de forma natural, han conseguido moldear una buena historia en torno a su actividad.
Texto: Juan Manuel Vilches
La 53ª edición del icónico festival danés sin ánimo de lucro se celebrará del 28…
Aún no hemos empezado con los rankings del 2024, pero si hay algo que tenemos…
El Azkena Rock Festival (ARF) ha anunciado hoy los primeros nombres de su 23ª edición,…
Reinventarnos en cada disco ha sido nuestro mayor desafío Sólo hay que mentar a Doctor…
La iniciativa SOM VALÈNCIA está en marcha y ha revelado la programación de conciertos que…
El concepto, filosofía, visión y propósito del LEV (Laboratorio de Electrónica Visual) es, probablemente, nuestro…