El tiempo es lo que tiene, como dice el famoso refrán: nunca llueve a gusto de todos y, para qué negarlo, qué razón tenía el que lo inventó. Lo que parecía iba a ser una tarde tranquila con una noche de concierto se convirtió, en cuestión de segundos, en una tarde tormentosa que precedía a una noche de concierto.
No os negaré que las ganas iban y venían con cada relámpago que, desde la ventana, veía caer en la tarde-noche oscura de mi ciudad. Pensar en salir de casa, coger el tren, bajarse para tener que abrir el paraguas y acabar empapada a pesar del mismo, no era uno de esos grandes planes, como lo llaman algunos. Pero tras ese viaje, tras esa lluvia, tras esa tormenta, esperaba un concierto que, a priori, sabía que no iba a ser un concierto más. Si Paco Cifuentes llevaba sobre su espalda cientos de kilómetros recorriéndose España para presentar su nuevo trabajo: La Vida Aparte, yo no podía acobardarme por un poco de agua y dejarle plantado como si fuese un “Collage“.
El poeta se merecía que fuésemos a escuchar sus canciones en directo así que, con valor, salí de casa con la cámara a cuestas y con la mente puesta en llegar cuanto antes a La Boite para que el “empape” no fuese tan evidente.
Y en este punto diré: “Benditos sean los bares que están enfrente de las salas de conciertos“, jejeje. Las pruebas de sonido es lo que tienen y, en este caso, el músico siempre lleva la razón. No vino mal tomarse un café calentito mientras esperábamos porque, en ese bar de enfrente (que tiene nombre pero nunca me ha gustado la publicidad) no paraba de escuchar palabras sobre Paco y su nuevo trabajo. Allí estábamos, esperando que el maestro llegase a un acuerdo con su garganta y con los ritmos de los instrumentos de la banda que lo acompañaba, comentando si nos gustaba tal o cual canción, si faltaba algo en esta, si sobraba algo en la otra, indagando e inventando los motivos por los que un tema hablaba de esto y otro de lo de más allá. Digamos que el contacto con los seguidores e, incluso, los descubridores del talento de Paco, permitió a esta periodista de boli bic y papel reciclado, conocer un poco más de este poeta de pluma fina y versos incandescentes, capaz de hacerte una rima con los versos más inimaginables que te puedan venir a la cabeza.
Así es Paco, un artista de las letras que, de vez en cuando, se deja acompañar por su pareja de hace muchísimos años ya, esa a la que toquetea sin mirar quién o qué haya delante, esa que se deja hacer porque sabe que está en buenas manos, en las mejores manos, esa que se entrega en cada tema y de cuya garganta, hecha de madera noble, salen las notas más hermosas y sinceras… no seáis mal pensados que sólo estoy hablando de su guitarra.
Por dónde íbamos… a sí, llegados a este punto cogimos los bártulos de trabajo y nos metimos en la sala, a esperar que la música hablase por sí sola. Allí nos encontramos con amigos, más seguidores, algún que otro despistado que, al final del concierto, agradeció el despiste e, incluso, personalidades de la política de nuestro país que, lejos de sus labores ministeriales, me demostraron que, al menos, tienen buen gusto musical. Las ganas de que empezara el concierto se notaban en el ambiente. Atrás habíamos dejado los paraguas, la tormenta, los relámpagos y las salpicaduras al pisar o saltar sobre los charcos de un Madrid que, mojado, se vuelve desértico, será que los madrileños le tienen miedo al agua, será…
Pensando en todo esto, mientras la cámara me daba el OK para empezar a “afotar” a todo lo que se moviese, la puerta de camerinos se abrió y empezó, no el concierto, más bien el conciertazo. Y se presentó ante todos, ni corto, ni perezoso, con versos, esos versos que le hacen ser quien es, que le han hecho ganarse a pulso el cariño de todos los que estaban esa noche a sus pies, versos que dieron inicio a la aventura de presentar en Madrid La Vida Aparte, los mismos versos que componen cada una de las 12 canciones que integran este Cd, esos versos que le convierten en creador de sueños y verdades, en pintor de collage con simples palabras…
Y después de deleitar nuestros oídos con sus rimas con sabor andaluz, la música se abrió paso y las canciones empezaron a brotar de su garganta como el que no quiere la cosa… Fue sencillo pintar un “Collage” con esos versos y la música que, magistralmente, tocaba una banda de lujo que desde Sevilla, aterrizó en Madrid para acompañar al maestro. Nunca sonó tan bien la acústica de La Boite, en lo meramente musical he de decir que el concierto no careció de nada, hubo fuerza en la percusión, precisión en el bajo, electricidad maestra en la eléctrica y calidad en la guitarra española, no faltaba ni sobraba nada en una banda que supo, e incluso superó con creces, las expectativas de quienes disfrutábamos desde abajo.
Los ritmos se fueron mezclando en combinación maestra. De repente un tema que te hacía mover los pies, de vez en cuando otro que invitaba a abrazar a tu pareja (si es que estaba a nuestro lado) y otros que, simplemente, invitaban a escuchar. Y es que Paco no es uno de esos cantautores que basan sus canciones en la misma base musical y le dan la vuelta a la misma letra, simplemente, cambiando un verso por otro, no, Paco es uno de esos cantautores con el que cada canción suena distinta, cada verso dice una cosa según lo cante, lo recite o lo diga, cada tema dice una cosa porque nunca lo canta del mismo modo. La fuerza con la que se presentó en directo en Madrid sigue resonando aún por la Calle Carretas, y eso que, de vez en cuando, cantó con la “Lengua de Trapo“.
Si me permitís destacaré un par de momentos que, no es que fuesen los mejores porque todo el concierto podría ser calificado de excelente (todo menos las luces rojas, azules y verdes que, a mi parecer, sobraban, pero eso es cosa de la sala) y, por cierto, creo que después de leer lo que he comentado de la banda, lo que diré ahora no debería tomarse como un desprecio a la misma…
Pero quiero destacar los momentos en los que Paco se desnudaba ante el público (no literalmente, claro) y sólo con el acompañamiento de su guitarra o sus palmas, encendió “Nueve Velas” al tran tran, sonando a una especie de saeta de noches de tormenta en busca de despejar el cielo más inhóspito de la Capital. Faltaba Javier Ruibal (que en el disco le acompaña en este tema) pero Tu boca sonó a verdad y a sentimiento puro, con ese deje andaluz que hace que los versos se muevan bajo la brisa de un relente les hace viajar a través del tiempo. Repito que no quiero despreciar el magnífico trabajo de la banda pero, sinceramente, Paco Cifuentes se convierte en puro arte cuando se deja llevar por el palmeo de sus manos y el dulce trasteo de su guitarra.
Poco a poco, y sin darnos cuenta del paso de los minutos, Paco desentrañó sobre el escenario las canciones de su nuevo trabajo y, llegados a un punto en el que la noche no daba para más, se despidió de Madrid hasta la próxima, dejándonos con ganas de meternos en la máquina del tiempo y escuchar, de nuevo, dos horas de su música. Pero, como dicen por ahí; todo lo bueno se acaba. Mientras guardaba la cámara con los momentos de esa noche comprimidos en una tarjeta fotográfica, el gran Paco se afanaba en saludar a todos y cada uno de los que allí estaban. Abrazos, besos y manos tendidas fueron el fin de una gran noche. Y, de nuevo, ya no sé por cuantas veces, Paco volvió a sorprenderme y a mostrarme que, su sencillez, su personalidad, su carisma le convierten en una persona cercana que, sí, canta de maravilla y se come el escenario pero que, lejos de otros cantantes que se lo tienen más que creído, deja de ser Paco Cifuentes para convertirse en Paco y agradecer hasta al apuntador, el haberse dejado empapar por la tormenta para ir a escucharle en directo. Qué os voy a decir, hay ciertos detalles que gustan, sobre todo cuando estamos acostumbrados a pagar por un concierto, que luego nos ofrezcan media hora de música (en ocasiones mala) y, cuando menos lo esperamos, nos den la patada y si te he visto no me acuerdo, pero eso sí, tras comprar sus discos y pasar por caja.
No había tiempo para más y con el bienestar de haber disfrutado como una enana de un buen concierto, y la certeza de que, en pocos años, Paco Cifuentes será uno de esos cantantes punteros de nuestro país y seguirá (por que va en su personalidad) agradeciendo hasta a la lluvia que cae sobre las piedras por darle una frase con la que acabar una canción, salí de la sala y no me importó empaparme de vuelta a casa. Incluso el resfriado de después mereció la pena, sin duda. Y es que…
“Últimamente, Hay días en los que Vuelvo a Verte y Aliviados, encendemos Nueve Velas a tu Salud y, en la Gravedad que me produce Tu boca de Lengua de Trapo decido Antes pintarte un Collage que vivir sin ti La Vida Aparte…”
Gracias Paco por pintar Madrid en una noche de oscuridad y amargura.
Fotos y texto: Toñy Espada
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