Foto: Paul Collins Beat. De izquierda a derecha Miguel, Paul Collins, Juancho y Christian.
A sus cincuenta y cinco años Paul Collins continúa siendo un músico de escenario: le encanta moverse, bromear, soltar chascarrillos y anécdotas entre canción y canción. Y en España se comporta como si estuviera en su propia casa, no en vano lleva viniendo a Madrid desde 1984 y en los 90 vivió ocho años en Madrid. Paul Collins se encuentra radiante, lleno de música y con ganas de comunicarla. Parece que quiere tocarte canciones lentas pero de pronto saca su rabia, porque transpira rock and roll y no lo puede ocultar. El Gruta presentó una buena entrada, medio aforo, para un día en que el concierto de los músicos por Haití en la sala El Sol copaba la atención; por cierto, evento en el que participó Paul Collins y retrasó la salida a escena de su trío a medianoche. Medio aforo que lo pasó en grande con canciones que se centraron principalmente en el primer disco de The Beat (1979) que contiene canciones vigorosas como, “Don’t wait up for me”, “You wont’ be happy” o ese bombazo que es “Rock n’ roll girl”, un tema que perdura con el tiempo. Le acompaña un trío de impresión, unos Beat que dan el gran golpe del rock and roll: Christian a la batería, Miguel a la guitarra y Juancho al bajo. Temas más nuevaoleros o con ramalazos surf como “U.S.A”. Tocó temas también de su último disco ‘Ribbon of Gold’ (2008), que funcionan aunque conjuguen tempos menos acelerados. Revisó gran parte de los dos sus primeros discos con The Beat, incluyendo ‘The Kids are the same’ (1981) con la canción que da nombre al título o con “All over the World”, para delirio del respetable. Acudió a The Nerves recuperando esa pieza que compuso para ellos, “Walking out of love” y el gancho pegadizo de “Hangin’ on the telephone” canción que Blondie, donde militó Jack Lee que tras dejar The Nerves, tomó para su álbum histórico Parallel Lines (1978). Y para el colofón final presentó dos temas nuevos él solo, sin su super trío, dos temas con mucha chicha, uno rápido y otro más lento. La edad puede que perdone si envejeces en forma en escena, con argumentos aún por decir, y con la dignidad de tus canciones, pasadas y presentes. Y a Paul Collins aún le quedan cosas por decir.
Texto: Andrés Castaño