Puestos en antecedentes tan obvios como el nombre de la gira (Secret Cover Tour, en alusión a la pequeña colección de versiones que Murphy está licenciando en formato single a través de su propio sello) y la inminencia de la publicación de un nuevo álbum de estudio producido por Trent Reznor, no hacía falta ser ningún genio para vaticinar que lo expuesto por el ex-vocalista de Bauhaus esta noche iba a distar bastante del convencional y autoindulgente “grandes éxitos”, o al menos iba ir mucho más allá de lo evidente. Al fin y al cabo, la recopilación en vivo de lo más granado de su carrera en solitario ya fue lo que nos brindó en su visita de hace dos años, y no es el de Northampton especialmente dado a la repetición ni a la elección de los senderos más cómodos y reiterativos. Tocaba en esta ocasión lanzarse al vacío y atreverse a presentar hasta media docena de nuevos cortes como “Velocity Bird”, “Peace To Each” o la inspirada y cautivadora “The Prince & O.L.S.”, piezas recibidas con relativa frialdad por el desconocimiento del público y poco ayudadas por el deficiente sonido inherente a una sala más propicia para la celebración de campeonatos de petanca que para conciertos de rock.
No supuso esto, sin embargo, mayor obstáculo para un Peter Murphy pletórico en las tareas vocales y notoriamente animoso y enérgico en movilidad y entrega, mucho más cercano y comunicativo de lo que cabría esperar del antaño hermético padrino del movimiento gótico, quizás un tanto cansado o simplemente liberado del peso de aquel rol de circunspecto actor del expresionismo alemán que durante décadas le ha acompañado. No significa esto que Murphy haya perdido su aura de refinada y oscura elegancia (aunque la sudadera de aparcacoches con la que salió a escena no le aportase precisamente glamour), aunque lo cierto es que resultaba francamente difícil hasta hace no demasiado tiempo imaginárselo departiendo tan amigablemente con las primeras filas, vociferando un inenarrable “¡Viva España!” en mitad de “Bela Lugosi’s Dead” o saltando cual hijo del Verano del Amor mientras interpretaba el “Instant Karma” de John Lennon, primera de una nutrida traca de versiones que incluyó una oscurísima relectura del “In Every Dream Home A Heartache” de Roxy Music, un par de incursiones no demasiado brillantes en el cancionero del Duque Blanco y una apoteósica “Transmission” de Joy Division que igualó e incluso superó los mayores picos de catarsis colectiva alcanzados de la mano de los recuerdos a Bauhaus (“She’s In Parties”) y lo más reclamado de su propia cosecha (“Cuts You Up”, “All Night Long”).
A medio camino entre la tenebrosa teatralidad y el músculo netamente rockero, Murphy selló casi dos horas de concierto de forma francamente impecable, haciendo honor a su propia leyenda y vaciando toda la emoción y belleza que de su espectáculo cabía reclamar, si bien no por esperado es menos de agradecer que los de su estirpe cumplan las expectativas de ese modo. Si esto es lo que es capaz de ofrecer con la excusa de un puñado de versiones y un álbum aún no publicado, la gira de presentación de éste es desde ya una cita ineludible.