Con el cartel de Sold Out colgado, el trío de Londres regresaba a Madrid para estrenar El Ring, o lo que viene a ser una versión encogida del Palacio de los Deportes, para 5000 espectadores y no los 15.500 habituales. Este nuevo formato funciona y viene a cubrir la necesitad de la capital de contar con un recinto con una capacidad aforo medio – alto. Quizás esa fue la novedad más importante de la noche, porque Placebo hace tiempo que dejaron de sorprender. Su sonido contundente y sólido es como una cadena de montaje con un funcionamiento mecánico, exacto, sin fallos, bien engrasado y su nuevo trabajo Loud like love, es una extensión de esa cadena.
Su setlist compuesto de 20 temas, fue un recorrido a través de sus singles más coreados y una revisión casi completa a su último disco: Los primeros acordes de B3 encendieron a un público que ya había calentado motores con el directo de los mallorquines L.A. que siguen triunfando más allá de nuestras fronteras. For what is worth fue una advertencia, un puñetazo en el hombro, que nos advertía que Placebo están en buena forma, recordándonos a esa banda primigenia liderada por un andrógino Brian Molko, que aquella noche lucía una media melena como la de aquellos años. Loud like love, inauguró la presentación del disco Idem, pero no sin antes hacer una parada en el disco que los llevó a lo más alto Without You I’m Nothing: una inesperada Allergic y sin anestesia, un Every you every me, su single entre los singles, dejaron al personal completamente noqueado.
Scene of the crime, A million little pierces, Rob tha bank, Too many friends , dejaron claro que los nuevos temas son tan resultones como las poses Steve Forrest, el batería que sustituyó en 2008 a Steve Hewitt y que luce totalmente integrado en la banda, que se vio apoyada en directo por otros tres músicos que se intercambiaban al bajo, al teclado, a la guitarra, a los coros y al violín. Especial mención para Stefan Olsdal, que crece en presencia en el escenario y siempre nos regala frases en castellano por su estrecha vinculación con Madrid. Una distorsionada Space Monkey aportó la melancolía y la oscuridad de la que siempre hacen gala para discurrir a una espectacular Meds que vino precedida de una intro lenta y misteriosa. Los rasgados de guitarra de Song to say goodbye pusieron el “cuadrilátero” patas arriba para seguir con su mítica Special K y terminar con The Bitter End. Los cuatro bises casi saciaron a un público que seguía pidiendo más y que forcejeaba por conseguir una púa o cualquier objeto rozado por sus ídolos ingleses. Beging of the end, su espectacular cover de Running up that hill de Kate Bush, Post Blue y una épica Infra-red dejaron totalmente KO al respetable, completamente entregado. Gran directo de Placebo y siguiendo con el símil recurrente de El Ring, digamos que a esta formación le queda mucho para tirar la toalla.