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Abrieron los valencianos Damien Lott (liderado por Carlos Soler), un trío ampliado a cuarteto con la presencia de un percusionista que dota de mayor rotundidad, aunque a veces podría quedar igual resultón sin su presencia. Presentaban su disco de debut ‘Damien Lott’ (2010). Con un vocalista y guitarra que dirige el cotarro con soltura. Damien Lott cuenta con canciones tan redondas como “Erase and the fall”, una canción que engancha desde la primera escucha. Heredero del pop anglosajón (véase Byrds, Beatles, Bowie, T-Rex) su propuesta tiene algunos momentos brillantes (guitarras, melodías, la voz) pero le falta por pulir el resultado final. Y conseguir algo tan difícil en un primer disco como un sonido propio. Más creíble en castellano que en inglés pese a recordar en exceso a Deluxe, Sidonie, Lori Meyers y bandas con ramalazo británico.
A pesar del poco pero fiel público que se congregó en La Boite, el concierto de Polar fue bien emocionante. Los valencianos son una gran banda de la independencia española que en más de una década ha configurado una excelente discografía. El cuarteto presentaba ‘Fireflies in the alley’ (2010) su cuarto disco de estudio (junto a Ep’s y muchos temas en compilaciones varias), un disco que bebe de lo mejor de su cosecha, que resume su madurez y da buenas muestras de su sonido: compacto, elegante, melódico y cálido como esa mirada que nos abriga. Contiene temas redondos como “The hunting bird”, con retazos noise como “Your song” o aires de country alternativo en “Going’ Elsewhere”. También revisaron canciones de ‘A letter for the stars’ (Jabalina, 2002) y ‘Comes with smile’ (Jabalina, 2006). Los valencianos tienen un directo brutal, donde todo suena perfecto, casi milimetrado. Practican ese pop-rock que va creciendo poco a poco con unas guitarras muy cristalinas y con un poder melódico impresionante. Recuerdan a Yo La Tengo, Luna y a Galaxie 500, a esos grupos que miman los detalles y que quieren ir creando sensaciones poco a poco, en una relativa calma, creciendo poco a poco a lo largo de cada canción. Su puesta en escena es sobria, pero para su estilo de música sobra actitud y sobre todo prima la nitidez y el empaque del sonido que fue cristalino. Un sonido que se expandió brillantemente por la sala, y el respetable salió con una ligera alegría, los responsables Polar, unos fabricantes de melodías de primera.
Texto: Andrés Castaño