Pony Bravo + Cuchillo + Ornamento y Delito — Let’s Festival — Sala Salamandra 1 (Barcelona) — 12/03/11

Seis son ya las ediciones de un festival cuyas bases parecen más que asentadas en la estela de la época invernal; porque atrás parecen quedar otros tiempos, en los que se hablaba de “temporada de festivales“. Con el paso de los años, el Let’s Festival ha sabido ganarse la confianza del público gracias a su organización y distribución espaciada en el tiempo pero, sobretodo, gracias a la selección de su cartel. Por este motivo no resulta sorprendente su perdurabilidad durante más de media década, ni la respuesta de los asistentes.

Ornamento y Delito

El pasado sábado 12 de marzo se cerraba la edición 2011 con un triple concierto que abría este cuarteto madrileño. Una sobria puesta en escena, que poco a poco fue desmaterializándose hacia una naturalidad menos encorsetada, podría no haber resultado la mejor baza para comenzar una noche donde un tiempo poco clemente se cebaba con los fumadores, esos exiliados intermitentes, en el exterior de la sala. A pesar de ello, la gente parecía dispuesta a pasárselo bien y, no solo supieron perdonar que existan formaciones capaces de justificar su música exprimiendo el sentido de “alternativa” o “personal”, sino que hubo quien incluso vitoreaba a sus componentes y danzaba al ritmo de unos temas pretenciosamente substanciales. Menos mal que el talento de Rober (guitarra y coros) así como sus despuntes, gracias a exhibiciones como la de gritar arrodillado en el suelo sobre el micro tirado luciendo un cinturón a modo de corbata, supieron desviar la atención de una voz y unas letras made in “ImitaciónNachoVegas”. Repaso a sus tres discos autoeditados, así como una dedicación especial a su flamante “Rompecabezas de moda y perfección moral” , este sí, publicado con Limbo Starr; mismo sello (hecho que explica y clarifica) que el de la formación catalán que cogió el testigo sobre el escenario.

Cuchillo

Mientras la lluvia comenzaba a aplacar su furia tras las puertas de la sala, un cambio cualitativo sobre el escenario encaraba la velada hacia niveles más ascendentes. También con un disco reciente bajo el brazo, el dúo de psicodelia catalán asumió tal responsabilidad con la madurez de quien lleva mucho tiempo subido sobre una tarima y es capaz de descubrir las necesidades del público. Cierto es que el binomio jugaba en casa, con la fidelidad de los incondicionales como ventaja, pero este hecho no exime el buen saber hacer de quien tiene talento y sabe aprovecharlo en beneficio de su arte. Tras adoptar su relajante puesta en escena habitual sobre el escenario, Cuchillo demostró en sus primeras notas que la acústica y la profesionalidad de la técnica de sonido se habían desaprovechado durante la primera hora. Versión en directo integra de su EP “Duat” , incluida la gran composición que es Sombra y mar, así como alguna deseada de su anterior y primer disco.

Pony Bravo

Y llegó el momento de los auténticos deseados, los chicos que bajo este nombre y el de su formación paralela, Fiera, han sabido encontrar y ofrecer un estilo tan propio como interesante. Los de Sevilla consiguieron atraer a los pocos temerosos cuyas inclemencias naturales habían demorado su acceso a la sala. No se trató de un lleno absoluto, pero la afluencia total no andaba muy alejada de la cifra total en aquellos momentos.
Como agradecimiento, un set list que repasaba lo mejorcito de su incipiente discografía: La voz del hacha, Ninja de fuego, El guarda forestal Noche de setas o El Rayo, para acabar desapareciendo con El campo fui yo. Durante el repaso a su repertorio, bajo, guitarra y percusión intercambiaron sus roles de manera intermitente, dotando de agilidad visual a la ya consabida musical.

Su condición de cabeza de cartel se rubricó en el momento del bis, ya que ninguna de los grupos anteriores se había podido permitir dicha licencia. Para este esperado momento, otro de los temas deseados: Trinchera.

Como único “pero” al directo de la banda, mencionar que Daniel Alonso, el cantante de Pony Bravo, quedó deslucido por el excesivo (e innecesario) protagonismo de Pablo Peña, líder y bajista de la formación; a quien el juego de luces siguió, destacó y encumbró en todo momento, incluso en aquellos en que el protagonismo debía de ser para algún otro miembro de la formación.

Magnifico fin de fiesta para un festival que ha vuelto a superarse tras una nueva edición, siendo capaz de motivar al público a desafiar una noche poco atractiva como para abandonar la calidez del hogar.


Fotos: Señora Candy Killer

Crónica: Raül Ruiz
rruiz

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