Este trío galés es una de las bandas más interesantes de los años setenta, pero en una década en la que había que competir con bandas como Pink Floyd, Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath se hacía bastante complicado entrar en el panteón del rock. Sin embargo, entre esas formaciones menos conocidas de aquellos años, Budgie destaca por sus riffs pesados que recuerdan hasta cierto punto a los de Toni Iommi, una voz con un timbre muy alto, como es la de Burke Shelley, y sobre todo por haber editado unos cuantos discos que, no sólo han influenciado a muchas de las bandas más grandes del rock posterior, sino también por su indudable peso e importancia en el desarrollo del hard rock.
En sus comienzos se hacían llamar Hills Contemporary Grass y más tarde lo cambiaron a Six Ton Budgie. En 1968 Six Ton Budgie no encontraba discográfica, así que Brian Goddard abandona y la banda queda como trío y a partir de entonces pasando a ser conocidos simplemente como Budgie. Al mismo tiempo que sale su primer trabajo en 1971, aparece un single que no se incluía en el disco –Crash Course in Brain Surgery– aunque posteriormente sería rescatado para incluirlo en su cuarto trabajo, In For a Kill. La influencia de Cream está presente y clara desde su primer trabajo, pero también queda patente que estos tipos escucharon detenidamente los primeros discos de Black Sabbath, Led Zeppelin e, incluso, Rush.
En su segundo trabajo, Squawk (1972), siguen en la misma línea, aunque con otro cambio más en la formación: Ray Phillips se retira del grupo e ingresa Pete Boot. Aquel fue un álbum lleno de grandes temas, como Whiskey River, Rolling Home Again, Drug Store Woman o Stranded pero que no obtuvo mucha popularidad, a pesar de que la banda sí que aumentó su pequeña legión de seguidores. Como curiosidad, el disco estaba producido por Rodger Bain, que también produjo los tres primeros álbumes de Black Sabbath y el primero de Judas Priest. Un tipo que probablemente tuvo mucho que ver en aquel primer y fundamental trabajo de los cuatro de Birmingham. Y es que Ozzy contaba en sus memorias que la banda no participó en absoluto en el diseño del disco ni en la inclusión de diversos efectos, como el clásico comienzo con las campanas y la lluvia sobre el riff del tema Black Sabbath.
Con su tercer álbum, Never Turn Back On A Friend (1973), la banda crea la que posiblemente es su obra más conseguida y además obtiene cierto reconocimiento en Inglaterra. La sombra del sonido de este disco aún es alargada: Metallica, Soundgarden, Alice in Chains, Monster Magnet, Melvins… incluyendo además un par de parecidos demasiado sospechosos del riff de Breadfan en temas como Welcome To The Jungle y, sobre todo, Around The World, aunque también tenemos el caso español de Marea y su Bienvenido al secadero. Volviendo al disco, éste incluye una versión del clásico de Big Joe Williams Baby Please Don’t Go. Por cierto, que las portadas de varios de los trabajos de la banda (Squawk, Never Turn Back On A Friend y un recopilatorio de 1996) fueron obra del conocido Roger Dean, artista que ha plasmado sus diseños en discos de gente como Yes, Uriah Heep o Gentle Giant, entre otros.
En 1974 In For The Kill seguía incorporando la parte más progresiva y épica de la formación, que quedaba patente en Zoom Club, pero también su lado más folk y en ocasiones muy cercano a la última etapa de los Beatles, como en Wondering What Everyone Knows. Un año más tarde aparecía Bandolier, que es posiblemente el último gran disco del trío y que incluía temas como I Can’t See My Feelings, Breaking All The House Rules y la empalagosa balada Slipaway. Y es que los temas más lentos y emotivos nunca fueron el punto fuerte de Budgie…
If I Were Britannia, I´d Waive The Rules (1976) e Impeckable (1978) marcan el cambio hacia un sonido más pop y accesible, cercano al AOR, aunque contenían algún que otro tema reseñable, como Heaven Knows Our Name o I’m a Faker Too. Un año más tarde Tony Bourge, que escribió gran parte de las canciones de la banda, se marcha, lo que deja a la formación en una situación complicada. Pero en 1980 llega John Thomas y editan Power Supply, más heavy que los anteriores, pero una calidad bastante cuestionable. Más aún, cuando en un año como aquel aparecieron obras maestras como Heaven & Hell, Iron Maiden o Permanent Waves. El listón estaba muy alto y Power Supply ni de lejos se acercaba a todo lo que estaba cociendo en el rock de aquel momento.
Nightflight (1981) y Deliver Us From Evil (1982) ponen un punto y seguido en la trayectoria de la banda porque, a pesar del poco éxito obtenido, no se separan y siguen en activo hasta 1988. Considerados habitualmente como menores en la discografía de Budgie, Nightflight sí que fue un disco que merecía bastante la pena, en una línea más cercana al hard rock melódico en boga, sobre todo por temas como I Turned To Stone, Don’t Lay Down & Die y Superstar.
La influencia de Budgie ha sido reconocida y homenajeada en numerosas ocasiones por bandas como Metallica, muy seguidores del trío de Gales y que han interpretado incluso dos de sus temas —Breadfan y Crash Course in Brain Surgery-. Iron Maiden eligieron I Can’t See My Feelings y Soungarden Homicidal Suicidal. Gracias a versiones como estas y la difusión cada vez mayor de sus trabajos una formación tan interesante como Budgie es hoy en día reconocida y ocupa el lugar que le corresponde entre las bandas más influyentes de los setenta.
Budgie en Grooveshark
Texto: Juan Manuel Vilches
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