Chester Bennington, cantante de Linkin Park, se suicida a los 41 años en su casa de Palos Verdes, en Los Ángeles.
Estamos en shock. Es inevitable cuando una parte de ti se ve sacudida de esta manera. Porque es entonces cuando nos vemos a nosotros mismos frente al televisor en aquel invierno de principios de siglo, viendo la Mtv, la Viva o una de esas, y de pronto pusieron el videoclip de “Crawling“. Fue un auténtico flechazo.
Tardamos ocho años en verlos en directo en el Madison Square Garden junto a Jay Z. Después llegaron los conciertos de la Cubierta de Leganés y la Puerta de Alcalá y, finalmente, el del Download de hace un mes. Un concierto mediocre que ahora cobra un significado especial.
Da lo mismo que solo nos gusten el “Hybrid Theory” y el “Meteora” y que ahora hicieran pop. Lo que lograron fue increíble. Vendieron 70 millones de discos y fue el primer grupo de rock en superar el billón de visitas en Youtube. Y lo hicieron con gritos y guitarras.
Finalmente, a Chester todo eso dio igual. Quién sabe los fantasmas que tenía dentro. La coincidencia con lo de Chris Cornell y la forma elegida para marcharse solo lo hace aún más trágico. Una víctima más de la epidemia tabú.
Esta noche volveremos a pinchar y corear juntos una vez más a Linkin Park.
Gracias Chester, y hasta siempre.
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