El Resurrection Fest se va asentando como una de las citas más interesantes para los amantes de la tiza con el hardcore como hilo conductor; un estilo que a estas alturas de la película ya no la reconoce ni la madre que le parió. O si no que alguien explique cómo esta etiqueta sirve para definir estilos tan dispares como los de Agnostic Front, Suicidal Tendencies o At the Gates. Y desde luego que el Resurrection ya no es un festival 100% underground que fue en sus primeras ediciones. Pero si dejamos de lado discusiones semánticas y nos centramos en el grado de satisfacción que queda al terminar los conciertos, este ha sido un gran fin de semana.
Llegué al festival con el tiempo justo para ver a Converge. Lo cierto es que resulta complicado acercarse en coche hasta Viveiro (provincia de Lugo) desde buena parte de la Península, y si a eso le añadimos el habitual lío de colas y ventanillas para recoger la acreditación y acceder al recinto la cosa termina en que me perdí a algunos grupos que tenía ganas de ver como Moksha o Adrift.
Pero vuelvo con los norteamericanos Converge, un grupo al que resulta chocante verle mostrar su oscuridad extrema a plena luz del día y a quienes tampoco ayudó un sonido que no tuvo la contundencia deseable en un grupo tan bestia como este. Aun así, la cruda personalidad y las tremendas canciones del grupo son incuestionables y para mí supuso un arranque inmejorable.
Aproveché el concierto de los festivos Reel Big Fish para dar una vuelta de reconocimiento por el recinto del festival a ritmo ska punk. Los conciertos se distribuían entre los así llamados Escenario Monster (el escenario más grande, al aire libre) y el Escenario Jaggermeister (el pequeño, en la carpa); los grupos se alternaban entre uno y otro de forma que en ningún momento había solapamientos y apenas había parones entre conciertos. Aparte del tamaño -el escenario pequeño se vio desbordado en varios conciertos ya desde el jueves porque no podía dar cobijo a los “casi 10000 espectadores” que estuvieron el jueves en el Resu, según cifras la organización-, la diferencia más notable entre los dos escenarios estuvo en el sonido: salvo alguna afortunada excepción, la carpa Jaggermeister sonó menos potente y más embarullada que el escenario principal. Y eso fue una lástima.
Pianos Become the Teeth mostraron un screamo un tanto convencional que no sorprendió pero tampoco defraudó. No fue así la cosa con Set Your Goals, grupo de punk pop al estilo de los muchos que participan en la banda sonora de cualquier peli de la saga American Pie. Repasaron todos los tópicos más irritantes del punk de radiofórmula, así que su directo quedó entre los más flojos de la jornada.
Los suecos Nasum, toda una institución dentro del grindcore, dieron uno de los conciertos más bestias de todo el festival, una lección de brutalidad ajena a modas y poses. El grupo ha estado parado varios años después de que el guitarrista Mieszko Talarczyk falleciera en el tsunami de Indonesia del año 2004, pero la actitud irreductible de la banda hace que se despejen las dudas sobre esta reunión. Si no le doy un sobresaliente al concierto es porque el sonido en la carpa no alcanzó la presión que merece una música tocada a ese nivel de velocidad y cafrerío.
A estas alturas Roger Miret, el cantante de Agnostic Front, anda un poco corto de voz, ¿pero a quién le importó? El grupo monta la fiesta a base de temazos (da gusto ver al público al completo corear “Gotta Go“, “For My Family“, “It’s My Life“…). Por otro lado, Miret se marcó buena parte del repertorio en castellano; que con su acento cubano era un tanto difícil entender lo que decía, pero bueno, fue un detalle de agradecer. Por cierto, Pirri de los asturianos Escuela de Odio subió a cantar “Police State” con ellos. Cerraron su concierto con una versión de “Blitzkrieg Bop” de los Ramones, que dio paso al “An Open Letter to NYC” de los Beastie Boys —con sampler de los Dead Boys incluido- y al “New York New York” de Frank Sinatra que sirvieron de intro al concierto de H2O. Toda una declaración de orgullo neoyorkino por parte de dos grupos míticos de la escena hardcore de esa ciudad, ese estilo callejero de macarras tatuados. Pero H2O no son Agnostic Front. Las partes más hardcore de su repertorio suenan muy potentes, pero las más melódicas nos recuerdan a al estilo de Porretas. Eso, unido a las versiones-destrozo que se marcaron de temas de Police y de Black Sabbath y a que el cantante se empeñó en aburrirnos con discursos sobre las normas del hardcore, sobre la importancia de permanecer fiel a tus principios,incluso sobre lo orgulloso que está de que le gusten Cranberries o Phil Collins… hicieron que el concierto se desinflara.
En fin, la del jueves fue una jornada de altibajos, pero al fin y al cabo un buen aperitivo para lo que se iba a ver el viernes y el sábado.
Texto: Carlos Caneda
Fotos: archivo