Su cuarto disco, Tchamantché, fue el que puso a esta chica de Mali en el punto de mira de muchos que habitualmente no están acostumbrados a este tipo de sonidos, probablemente por la occidentalización que en aquel trabajo hizo de su música. Transformación que sin embargo no cambió su concepción de los sonidos tradicionales de su país, sino que hizo de ellos la base sobre la que edificar su propia visión de géneros totalmente occidentales, como el rock.
Así pues, el listón estaba alto a la hora de enfrentarse a su siguiente álbum. Con un marcado carácter optimista, la señorita Traoré esquiva las emociones que seguro hubo de vivir durante el golpe de estado que se produjo en su país natal el pasado año 2012. Podría haber compuesto un disco desde la rabia, la pena o el dolor, pero ha elegido otro camino. Siendo un trabajo muy completo, es complicado no destacar la inspirada Ka Moun Ké, el desgarro con el que canta en Lalla o Sikey o la magnífica balada final Sarama. Quizá el único detalle que chirría es el fragmento en inglés que canta en la canción que titula el disco. Acostumbrados como estamos a escucharla en su lengua natal y en francés, no termina de encajar el inglés en todo esto. Aunque quizá haya querido que todos pudiéramos entender esto: “battered, wounded Africa / Why do you keep the role of the beautiful naïve deceived / Yet my faith does not know failure / I love you beautiful Africa“.
Beautiful Africa es quizá su trabajo más cercano a la obra de Ali Farka Touré, exceptuando su primer disco, en parte por esa mezcla de sonidos occidentales con las músicas tradicionales del occidente africano, pero también por el trabajo de Joel Parish en una producción cristalina y sumamente enfocada a todo tipo de oídos.
Texto: Juan Manuel Vilches