Searching For Sugar Man (2012)

Este es el primer documental de Malik Bendjelloul y su propia historia es casi tan interesante como la que cuenta. Porque este trabajo, que no iba a ser en principio más que una pieza breve para televisión, se convirtió poco a poco en la obra que hoy conocemos y para la que el propio Bendjelloul hizo casi de todo: guión, montaje, producción y hasta algunas animaciones. Está producido por la gente de Red Box Films, los mismos que hicieron el maravilloso documental Man On Wire. En esta ocasión y, aunque el director no es el mismo, el tono optimista y esperanzador es muy similar, lo que entronca ambos trabajos y pone a la productora detrás de un tipo de películas documentales muy diferentes y personales.

Searching For Sugar Man nos cuenta la historia del músico Rodríguez, que sacó un par de discos a principios de los setenta y poco después desapareció del mapa. Sixto Díaz Rodríguez, hijo de inmigrantes mejicanos que había llegado a Detroit en los años veinte, conocía bien la dureza de la vida en una gran ciudad americana y reflejó todo aquello en sus letras. Aunque en 1967 grabó un single titulado I’ll Sleep Away en un pequeño sello, no fue hasta 1969 cuando grabó su primer disco, Cold Fact, que se editó un año más tarde. En 1971 aparecía un segundo trabajo, Coming From Reality, y al poco la compañía decidió despedirle, dos semanas antes de navidad.

A mediados de los setenta sus dos trabajos comenzaron a tener cierta difusión en países como Nueva Zelanda o Australia, pero donde su obra adquirió una dimensión inesperada fue en Sudáfrica, un país que por aquel entonces se hallaba inmerso en plena revolución social. Y es a partir de aquí cuando la historia toma un giro absolutamente maravilloso, porque Rodríguez abandona casi por completo la música mientras su obra comienza a ser cada vez más conocida al otro lado del mundo.

Desde los 60 las ciudades sudafricanas habían experimentado un significativo aumento de trabajadores negros del campo, lo que provocó en la década siguiente que muchos de ellos, que malvivían en los suburbios, comenzaran a rebelarse contra el sistema del apartheid. Hasta entonces los blancos habían vivido bastante seguros en sus ciudades, pero aquella situación les trajo el problema a la puerta de sus casas.

Sumemos a toda esta situación el aislamiento internacional al que el país fue sometido, aunque contando siempre con el apoyo de los Estados Unidos, que veía con buenos ojos la política del gobierno de contención del comunismo en los países vecinos. Aunque seguía existiendo una mayoría blanca que apoyaba la política del apartheid, se formó una importante minoría que estaba en contra e, incluso, en algunos momentos llegó a manifestarse contra el gobierno, a pesar de las fuertes medidas de censura y represión. La cuestión racial seguía siendo crucial también en la música porque, mientras muchos jóvenes blancos se aferraban a la música de los Beatles o Rodríguez, los negros habían comenzado ya por su parte su propia revolución musical, con nombres como Hugh Masekela, Sipho Mabuse o Abdullah Ibrahim, entre otros muchos.

En todo este intenso y complejo panorama político la música de Rodríguez encontró el caldo de cultivo perfecto para crecer de una forma sorprendente. En el documental llegamos incluso a escuchar que Rodríguez era allí más grande que los Rolling Stones y comparable a gente como Jimi Hendrix o los Beatles, y es que Cold Fact se encontraba en muchas casas al lado de discos como Abbey Road o Bridged Over Troubled Water.

La leyenda en torno a Rodríguez se forjó en aquel país gracias a la escasa —por no decir nula- información que había en torno a su figura y los rumores e historia acerca de de él fueron tomados como hechos por muchos aficionados. Se convirtió en una figura casi etérea de la que nadie sabía nada y nadie conocía nada más que lo que en sus discos aparecía en los créditos. Pues bien, a mediados de los noventa un periodista y un aficionado se ponen a trabajar juntos por una curiosa carambola del destino para saber qué ocurrió realmente con Rodríguez y qué fue de él. A partir de aquí la historia toma unos tintes casi detectivescos en los que se nos narra paso a paso la investigación que llevaron a cabo y, por supuesto, cuáles fueron sus resultados.

Sin embargo, todo esto es tan sólo el principio de una historia apasionante, que se va construyendo poco a poco, mientras somos testigos de la unión de las piezas de un puzle absolutamente excepcional. Un mosaico en el que hay muchas más aristas por descifrar, muchos detalles que aclarar, pero que apenas tienen importancia ante la maravillosa historia que nos cuentan y la personalidad de un hombre absolutamente libre. No leas nada más ni permitas que nadie te la cuente. Hay que verla.

– Más información sobre los discos que grabó Rodríguez: Cold Fact (1970) y Coming From Reality (1971)


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