Con más de 15 años de carrera a las espaldas, el motivo por el cual los murcianos Second siguen girando por salas de aforos más que superables para la banda se me escapa. Y posiblemente este no sea el momento de intentar dar con él. Sin embargo, una no puede evitar darle vueltas a la cuestión tras ser testigo de una nueva lección de buen directo, la que dieron el pasado sábado en Madrid en una sala But llena hasta los topes.
Los conciertos de Second son vibrantes, emocionantes y están cargados de energía, apoyándose sobre su eficaz pop-rock electrónico con buenas dosis de guitarra y sintetizador, melodías que se quedan grabadas a fuego en la memoria, letras intensas y emotivas decoradas con “ooohs” y “ah ah aaahs” que pueden sonar simplones, pero cómo gusta corearlos, con los brazos en alto. La noche prometía ser, como es habitual en las citas con Sean Frutos y los suyos, una fiesta de principio a fin con el baile como norma. Aunque, ojo, con las subidas pero también las bajadas que marcara su Montaña Rusa, sexto disco que el quinteto murciano defiende por las salas del país desde septiembre.
La joven Maryan Frutos – sí, todo queda en familia- se había encargado de preparar el ambiente al frente de su proyecto musical, Kuve, en el formato eléctrico gracias al cual destacaron como debían Singapur o Nadie te dijo, guiados por la voz personalísima de una inquieta Maryan, que manejó micro, pandereta y teclados.
Sean y sus compañeros se hicieron un poco de rogar, pero una vez hicieron acto de presencia – ataviados con sus uniformes inspirados en la cinta La Fuga de Logan – arrancó sin mayor dilación el viaje, tomando rumbo directo a 2502, la carta de presentación del álbum protagonista de la velada. Y los presentes no se saltaron ni una coma al cantarla a pleno pulmón. Es más, tanto el arranque como Antiyo tuvieron nada que envidiar a una vieja conocida como Psicopático, dentro del trío de ases con el cual Second ya tenía a los presentes en el bolsillo.
Años de carretera y escenarios más tarde, su fórmula sigue ‘secondizando’ a nuevos seguidores, que se mezclaban en la pista con los de toda la vida. Y es que el público de Second es de lo más variado, y no entiende de edades, ni de tribus urbanas. Treintañeros y chavales muy jóvenes vibraron por igual con el guitarreo de Mañana es domingo o Demasiado soñadores, composiciones con tres años de vida que ya suenan a clásicos como Más suerte, una bajada de revoluciones (que no de la emoción) y motivo de suspiro principalmente entre el sector femenino. Y las parejas, porque se vieron muchas que seguían un patrón: ella controlaba, él se dejaba guiar por la experta. Sonó Caramelos envenenados, y él decía, “Otra lenta, ¿no?”, a lo que ella respondía, “Ahora verás”, conociendo el crescendo que estaba por llegar.
El personal controlaba el nuevo material y su eficacia quedó probada. But gozó y brincó con la acelerada Las serpientes (sobre todo un grupo de chavales que ocupaba el centro de la pista) y el bajo que domina Extenuación e hizo lo que pudo por corear ese desafío a la física titulado La distancia no es velocidad por tiempo, que contiene lo más aparecido a un rap que se puede encontrar en su discografía.
Sobre el escenario, los uniformados Second transmitían la confianza adquirida con los años y la alargada – y apuesta – figura de Sean una energía inagotable, concretamente en los picos más altos de emoción y karaoke colectivo del viaje, gracias a las ya épicas Muérdeme o Rincón Exquisito, indiscutible himno, coreada y vivida al unísono que sirvió de falsa despedida. Si ibas solo, te daban ganas de abrazarte a cualquiera que tuvieras al lado.
Los bises fueron más que generosos, con hueco para todo: las recientes y más que bailables Si todo se oxida, Espectador y Lobotomizados, la intensidad de Sean en N.A.D.A. y un cierre en modo Autodestructivos, con una tensión final propia de la cuenta atrás del mensaje que se va autodestruir. Porque quedaba una última explosión: Rodamos, cuyos teclados tuvieron que ser interpretados por el honorable porque el instrumento como tal acabó en el suelo.
Los murcianos sumaron una fecha más a su larga lista de noches triunfantes, convenciendo a los recién llegados al mundo Second y calmando el mono de concierto de los fieles (más o menos) en una ciudad donde, en una próxima visita, deberían recibir el reconocimiento que merecen citando a sus seguidores en una pista más grande, que estos llenarán encantados, las veces que haga falta.
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