La afición rockera de Guadalajara tenía marcada la fecha de la actuación de Sex Museum como la gran cita de la Semana de la Música, por la que ya han pasado artistas como Depedro, Iván Ferreiro, Tierra Santa o Topo y por la que quedan por pasar los nombres con más tirón comercial.
Sabedores que la noche para rockear era la del miércoles, la afición alcarreña al rock and roll se dejó de sus habituales excusas para acudir en un buen número —mejor del que un servidor esperaba- aunque sin llegar a completar medio aforo de la sala que acogía la actuación.
La elección de los teloneros no puedo ser mejor: The Swedish Cocks. Un conjunto local que no termina de explotar ni de sacar algún artefacto sonoro destacable, pero que acostumbra a convencer en directo con esa mezcla de temas propios y versiones que repasan la mejor tradición rockera sin ruborizarse.
A pesar de que la actuación de The Swedish Cocks fue más que correcta, casi nadie se movió con su poderoso rock and roll. Y esto iba a ser la tónica que iba a marcar el concierto de Sex Museum. Fue frío, gélido. Desde el inicio con “I’m Falling Down‘ hasta el final con “I’m Free” —de The Who– faltó la necesaria e imprescindible conexión entre banda y público.
No jugó a su favor el sonido del salón del Centro Integrado de Aguas Vivas. Al técnico le costó modular a cada miembro y se notó durante demasiados minutos. Al inicio, el hammond de Marta se escuchaba muy por debajo del resto de instrumentos. Durante la primera mitad a penas logró tener el protagonismo habitual en alguna canción como “I’ve Lost My Faith in You“.
Otro de los problemas fue la voz de Miguel Pardo, que hizo varias señas al técnico para que bajase el volumen, que estaba incluso por encima del de las guitarras de su hermano, Fernando, que también tuvo que pedirlo pero esta vez mediante el micrófono y haciendo gala de su habitual locuacidad, que esta vez reservó para momentos muy puntuales.
Con una sala demasiado expectante y contemplativa, a penas algunos benditos exaltados de primera fila se desmelenaron, contorsionaron y bailaron como es menester en un concierto de rock; Sex Museum presentaron las canciones de su último trabajo —”Again and Again“, “Go Go Rocker“, “Go Around“, “Seven Days“, “Let Me Go Home” o “Can You Stand My Love” – intercaladas entre esos éxitos que nunca llegaron a serlo —”Two Sisters“, “Landlords“, “I Enjoy the Forbidden“, “Something For Real” o “Street Fight“-.
Sin embargo, a pesar de esta colección de grandes temas, el concierto no terminó de explotar y, personalmente, pienso que no sólo fue culpa de un público que mereció una patada en el trasero para despertar del letargo. Sex Museum parecieron no poner todo de su parte a juzgar por otras ocasiones en las que les he visto.
Marta sí lo hizo. Se levantó, golpeó su teclado, le puso emoción y mostró actitud. Miguel sacó a relucir su condición de ‘uno de los mejores frontman’ del rock español. Se contorneó, sí; cantó bien, también; pero fue más comedido que de costumbre. Y del sector ‘coronas’, tan sólo a ‘Loza‘ se le vio disfrutando como un chaval tras los bombos, como en aquella primera vez que le vi durante la presentación de Speedkings. Pero Fernando no fue el lenguaraz guitarrista que acostumbra y Javi Vacas estuvo hierático. Tan frío y gélido como la sensación que me acompañó a la salida de la actuación.
Fotografías: Alfonso López/Semana de la Música de Guadalajara
Texto: Carlos A.S.