Shakira, colombiana, de sangre libanesa, italiana y catalana, conquistó Madrid y a los cerca de 40.000 espectadores que llenaron el mítico Vicente Calderón.
La voz, la melena rubia y las caderas de la de Barranquilla demostraron que no hay fronteras que se le resistan, y acallaron los rumores sobre la falta de asistencia de madrileños al ver a la musa del Barça.
Poco más de veinte minutos después de la hora anunciada, Shakira saltó al escenario, rodeada por la marea de luces azules procurada por los patrocinadores del evento. Con un sencillo y efectivo: “Esta noche, Madrid, soy toda tuya”, empezó un show en el que, a pesar de girar bajo el nombre de su último trabajo Sale el Sol (el noveno de su carrera), se centró en sus clásicos. “Te dejo Madrid” puso en pie a los asistentes quienes no volvieron a usar sus butacas más que para los escasos minutos en los que “Shaki” dejaba a sus ocho músicos solos para sus numerosos cambios de vestuario.
En “Suerte“, Shakira invitó a cinco chicas jóvenes a acompañarle en el escenario (días antes les tocó a los campeones catalanes de la Champions League). Así demostró cómo la estrella latina busca la cercanía con su público y que no hay nadie que pueda hacerle sombra, en cuanto a contoneos corporales se refiere.
Una sencilla puesta en escena al servicio del lucimiento de la cantante y compositora, quien recorrió con su energía el gran escenario. En su “Ciega, sordomuda” parecía quedársele pequeño. Shakira sorprendió con una curiosa versión de “Nothing else matters” (Metallica), que reforzó su parte roquera para combinarla más tarde con acústicos como “Inevitable“.
Destacaron las luces y proyecciones de pantalla pero, sin duda, lo más espectacular fueron las coreografías que ella y sus pies descalzos bailan con gran elegancia en solitario, como en el acercamiento flamenco con su percusionista al cajón en “Gitana“, o acompañada de sus bailarinas en “Loca” y “Loba“. Toda una lección de eclecticismo musical y sensualidad, sin duda, parte fundamental de su espectáculo.
El final del concierto lo puso sus “Ojos así“. Por supuesto, no fue más que un pequeño respiro para que Shakira volviera a salir con fuerza y deslumbrante vestido azul para los bises.
El público tenía claro que no dejaba el estadio sin escuchar el archiconocido “Waka, Waka“, himno de la Copa del Mundo del pasado 2010, en la que España se erigió en campeona.
Y con ese ritmo, el público madrileño desalojó el templo atlético rindiéndose a los evidentes encantos de la artista y, con la absoluta certeza de que nadie puede moverse y cantar como ella.
E.P.I.
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ME GUSTA COMO SE DESENVUELVEN LOS MEJORES ARTISTAS QUE TENEMOS A QUI EN TODO EL MONDO Y LOS DESEO A CADA UNO DE USTEDES QUE SIGAN A DELANTE CON SUS MEJORES EXITOS