Decenas de motos atruenan mientras escoltan hasta La Riviera a un Pontiac pintón (fuck the fuel economy), dentro del coche americano los cuatro miembros de Sôber -perros viejos- saben perfectamente como montar un buen espectáculo desde dos horas antes de pisar el escenario. Al entrar a la sala sorprende la cantidad de cámaras de vídeo dispuestas y dos pantallas laterales, tan agradecidas como poco habituales en estos aforos.
El público que abarrota la sala es en su mayoría treintañero, del que posiblemente descubrió a la banda en sus primeras aventuras discográficas, y aunque la excusa del concierto era la presentación de su reciente álbum Letargo, lo cierto es que los nuevos temas apenas eran conocidos en comparación con el karaoke multitudinario que se formaba con el resto. Un tiempo de asimilación parece necesario para que sus canciones terminen de calar, pero no parece haber ninguna duda de que así será, con una calidad compositiva y de sonido muy superiores a lo encontrado en su plástico anterior, Superbia, eslabón digno en una carrera de dos décadas pero lejos de ser un gran disco.
Proyecciones diferentes para cada tema, cuidados juegos de luces para acompañar arranques instrumentales y la colaboración con los raperos de Duo Kie no hacen sino confirmar la profesionalidad y el cuidado en los detalles para completar una actuación perfectamente medida. Sôber tiene por delante una larga lista de fechas por todo el país, con este espectáculo y sus nuevas canciones, el futuro es suyo.