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Sin hacer honor a su nombre, poca música avanzada se pudo escuchar en el SónarGalicia 2011. Cero apuestas por la música experimental y un cartel muy inferior en calidad a la primera edición. Menos escenarios, menos días, menos bandas en directo, menos riesgos pero más caro. El sonido dejó mucho que desear y detalles como que no se pudiese salir una vez dentro del recinto, no ayudaron a dejar buen poso.
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La demanda se resintió, en parte por una programación con demasiados dj’s del montón, y pocos directos con tirón. Muy lejos de los reclamos del SónarBarcelona 2011. Así se han quedado muy lejos de las cifras de 2010, donde varios días se colgó el cartel de no hay entradas. También la infraestructura fue mucho más pobre, perdiendo la elegancia y esencia que se había ganado, cuando se presentó como la única oportunidad en Galicia para poder disfrutar de la mejor música de vanguardia.Â
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El viernes abría el pop electrónico de los gallegos Colectivooruga (en la foto)Â Â en el SonarClub, escenario protagonista a lo largo de toda la noche. Muy poco ambiente al inicio, con no más de 500 personas que hacían presagiar que el rotundo éxito del año anterior no se repetiría. El trío de Ponteareas, una de las sorpresas del año al ser finalistas de los Premios de la Música Independiente con “Too Many Knobs” (2010), demostró que son un grupo a seguir y que darán mucho que hablar. Buena música, buena actitud y buenas ideas. Eran el aperitivo antes del bocado que prometía Underworld, pero la escasa afluencia de público en la primera hora, convirtió el SonarClub en un lugar frío y desangelado con menos de 200 personas, que difícilmente podían calentar motores. Iago Martínez, Cuco Pino y Alex Mera conjugan a la perfección punk, funk, electro, psicodelia y noise, adornado con una interesante sesión de visuales. Una pena que pocos se acercasen a conocerlos.
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Underworld
 Underworld era el cabeza de cartel del viernes,  apuesta por un grupo consolidado con tres décadas de trayectoria. Los británicos ofrecieron un buen concierto en el que la electrónica más bailable hizo moverse tanto a los melancólicos que venían a recordar viejos tiempos, como a los más jóvenes situados fuera de la era “Trainspotting“. Los que esperaban encontrar a Kart Hyde y Rick Smith, juntos desde los 80, con el peso de los años encima, se soprenderían de las ganas que siguen poniendo en el escenario. Sin parar de bailar, espontáneamente, con coreografías o guitarra en mano, Kart estuvo incansable, e incluso se atrevió con movimientos de lo más ochentero detrás de una pantalla blanca. Consiguieron llenar la sala, todo un éxito en una jornada con poco mas de dos mil personas en el recinto.
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Entre temas de su reciente hornada “Barking” (2010) como “Scribble” o “Between Stars“, el respetable estaba ansioso por escuchar esos hits que le teletransportarían a un mundo de recuerdos, décadas atrás. Así fue con “Two Months Off” y “King of Snake“, pero el delirio llegó de la mano de “Dark Train” y “Born Slippy“, como no podia ser de otra manera. Ambas pertenencientes a la banda sonora de la película de culto Trainspotting, himnos de la electrónica con un millón de copias vendidas en el caso de “Born Slippy“. Manos arriba y momento para el recuerdo. Â Visuales de apoyo en las pantallas y muchas ganas de mover a la masa. Con 30 años de electrónica pasada por la batidora, todo el mundo encontró su hueco. Sonidos de los 80, de los 90, de hoy e incluso drum and bass. Al final de la jornada se recordaría como la actuación más sobresaliente de un cartel con pocos aires de triunfador.
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Magnetic Man
A continuación dosis de lo mejor del dubstep actual para la masa, con el live de Magnetic Man. Pero esta música underground de los angoleños no triunfó como se esperaba, y algunos semblantes del respetable eran para retratar. Sólo unos pocos tenían ganas de dubstep y eso se notó en el público que no parecía entender el género. El show de Artwork, Benga y Skream no fue deslumbrante como para enloquecer, pero tampoco merecieron esa nula empatía con los presentes. Para otros MC se volvió algo cargante con un discurso un tanto monótono.
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Ni siquiera sus temas más conocidos “Perfect Stranger“, “I need to Air” o “Anthemic” lograron conectar con la multitud, y era fácil distinguir los pequeños grupos entre la masa que disfrutaban con el dubstep. Y no era para menos, porque rara vez caen oportunidades para ello en Galicia, a no ser que uno se desplace al vecino Oporto. Es cuestión de cultura musical o de ignorancia, depende del ojo con que se mire. Aquí en la esquina norte el dubstep no consigue entrar en la horma de la masa, ni con calzador. El house y el minimal siguen siendo los triunfadores en la mayoría de las sesiones de dj’s, y más si cuando se trata de altas horas de la madrugada. Las propuestas nuevas y diferentes tardan mucho en calar en las pistas gallegas.
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Buraka Som Sistema
Buraka Som Sistema conformaban una variopinta apuesta portuguesa que tampoco alcanzó un resultado positivo con su “kuduro“, la cultura dance angoleña. Música para bailar, con la percusión como elemento principal, aderezada con tintes de fiesta de pueblo y mucha adrenalina. Pero su vitalidad no fue suficiente para convencer a la mayoría, ni para mover al personal, como pretenden sus canciones enérgicas y tribales.
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Quizás la mezcla de la noche pesó en los pies y en las cabezas. La electrónica más clásica de Underworld no enganchó bien con el dubstep de Magnetic Man, que a su vez no pegaba nada con el siguiente capítulo de Buraka Som Sistema, lo que dejó descolocado a más de uno. Como anécdota, en el tramo final subieron a público al escenario, como haría M.I.A. al día siguiente, sólo que en esta ocasión los miembros de seguridad tuvieron que acabar desalojando con ligeros empujones.
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The Gaslamp Killer
El SonarHall, en una extraña y mala ubicación, pasó desapercibido en la primera noche hasta última hora con el broche que ponía el esperanzador show de The Gaslamp Killer. Comparte sello con Flying Lotus (Brainfeeder), quienes dejaron una actuación memorable en el SonarGalicia 2010. La sesión dio giros de lo más inesperado, sin cortarse, y la gente respondió encantada a esa diversidad de géneros. Electrónica, funk, psicodelia, y recuerdos para Jimy Hendrix o The Yardbirds. Bailable, entretenido e imprevisible. Eso si, la afluencia a partir de su salida a escena pasadas las cinco de la madrugada, era más bien escasa, y eso la que la forma de embudo de la sala hacía que pareciese más lleno. Su innovación, cerró con buen rollo una jornada, no demasiado redonda.
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Fotos: Javier Amosa
 Texto: Nadia Corbeira
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