Quién buscase un festival no muy concurrido, a precio módico y cerca de la playa, South Pop era sin duda su gran oportunidad. Eso si, para los que no vivimos en el sur nos queda un poquito lejos, pero que es distancia con un coche, unos cuantos amigos y muchas ganas de pasarlo bien. Y es que el cartel, a pesar de no tener bandas demasiado conocidas, si que representan lo más granado del indie nacional e internacional. Nuevas revelaciones sobre todo, pero algún que otro clásico también.
La tentación de disfrutar de la piscina en el hotel al que dejaban acceder con la pulsera me impidió asistir al concierto de Annie B. Sweet, pero es que su música no me resultaba demasiado estimulante para dejar tal placer a un lado. A continuación salieron a escena Cats On Fire, que sin reinventar nada, son amenos, y con frescura y descaro entretuvieron al público con su pop brillante. Su cantante, muy en la línea de Patrick Wolf en cuestión de actitud, nos encandiló con sus aspavientos y su divertida interpretación, con una voz muy parecida a la de Morrisey. Un buen aperitivo para ir abriendo boca.
La Bien Querida, una de las intérpretes más en boga del pop indie español, se convirtió en una de las referencias del festival. Muy cercana y simpática, nos obsequio con el mejor concierto junto con Micah (del que hablaré luego). Los mejores temas de su disco debut sonaban brillantes, mucho más resueltas y emocionantes que en estudio. Porque en mi opinión su disco se quedaba algo desinflado en ocasiones, pero en vivo ha sabido llevarlo por el camino correcto para que al final sus canciones resulten vibrantes. Y es que algunos momentos como “Ya no” hacen augurar un futuro próspero para su carrera.
Unos minutos más tarde (que se amenizaban con un dj) llegaban los más veteranos del lugar. La verdad es que hasta hace poco no había oído demasiado acerca de Piano Magic, pero escuchando alguno de sus discos esperaba algo muy distinto de lo que me encontré. ¿Supuestamente no es una banda de rock expansivo e indie-electrónica? Tanta distancia había entre su directo y sus álbumes que pensaba que me había equivocado de grupo y había otro con el que compartía nombre. Pero no, estaba en lo cierto, y la verdad es que la sorpresa no me agradó demasiado. De acuerdo que tenían un directo potente, pero no estoy muy de acuerdo con los grupos que cambian tan radicalmente en ese sentido.
Después de aquel desengaño, había que resarcirse con una de las mejores bandas femeninas de los últimos años, las suecas Those Dancing Days. Ya las había visto en el S.O.S. 4.8 de Murcia, y me parecieron muy divertidas y joviales. Esta vez la actuación se quedó a medio gas. Si bien siguen animando el cotarro con su pop desenfadado, en Huelva no nos enseñaron todas sus cartas y el show se quedó en algo un tanto soso y escaso. Y ni nos deleitaron con su fantástica cover de “Toxic” de Britney. Pero con un disco tan bueno tampoco nos pueden decepcionar del todo. Intentando seguir con la fiesta me pasé por la sesión de Drakula Dj, algo aburrida, por lo que preferí reservarme para el día siguiente.
Después de otra tarde en la increíble piscina del hotel, me dirigí a una nueva aventura festivalera. Esta vez preferí tomarme unos tragos en vez de ver a Mary Jane & The Guitar y David Thomas Broughton, aunque con este último escuché vítores y aplausos a mansalva. Una pena. Otra vez será. Los siguientes en aparecer fueron Klaus & Kinsky, uno de los grupos mejor valorados el año pasado. Su eclecticismo musical (pasan de una ranchera a un tema electro-pop sin despeinarse) se ve reflejado en un directo a veces algo desangelado, aunque se mantienen a flote por el carisma (¿o por la ausencia de él?) de su cantante, con un sentido del humor peculiar pero que hacía reír a todo el mundo. Pero sus momentos de esplendor tienen, sin duda, como con el gran single “Flashback al revés”, con su genuino toque country, el rock expansivo y sucio de “Ronnie O’Sullivan” o la siempre divertida “Rocanrolear”. El directo no es su fuerte, pero al final aprueban.
El gran momento del sábado llegó con la aparición sobre el escenario de Micah P. Hinson, uno de los gurús del folk americano de los últimos años. Y es que él solo con una guitarra dejó atónito a la mayoría del público (el resto eran los que no podían mantener silencio ni un minuto). Un repaso de sus mejores temas ensalzados con historias y anécdotas acerca de los mismos y su origen hicieron del concierto la cita más emotiva de la noche. Y es que no podía apartar la mirada del escenario a pesar de que tampoco soy muy fan de su música (sus discos se me hacen algo cargantes), pero su elegancia, dramatismo sobrio y sencillez le convierten en un ganador.
Los Punsetes fueron los siguientes. Con un sonido muy bueno y contundente, nos presentaron la mayoría de canciones de su primer largo, con esas letras tan mordaces y hasta venenosas en ocasiones. Lo único que chirriaba era la actitud de su cantante, demasiado forzada para resultar creíble. Básicamente se dedicaba a cantar completamente estática y sin dejar de mirar al infinito, y quieras que no, con una actitud así resulta complicado ganarse al público. Menos mal que el directo es bueno, los músicos también y ella cuenta con una voz bastante potente.
Para terminar el festival teníamos a los catalanes We Are Standard y su rock bailable tan de moda en los últimos tiempos. Con una energía totalmente desatada, estos chicos volvieron loca a la gente con sus ritmos alocados y sin un minuto de respiración. Deu, el cantante, no paraba de animar al público, aunque al final acababa cansando con tanto aire cool (y además se le entendía menos que a Micah hablando en inglés). Las guitarras afiladas, la batería descontrolada y la convincente interpretación ayudaban a generar un ambiente de fiesta perfecto para finalizar el festival. O casi, ya que luego nos quedaba la genial sesión de Pin & Pon Djs, repleta de clásicos y novedades para terminar la noche como Dios manda. Y al día siguiente barbacoa gratuita y otra sesión para acabar con el mejor sabor de boca. Así que, a pesar de ciertos altibajos en los conciertos, la experiencia fue muy positiva, eso sin contar con la organización general y los pequeños detalles, que hacían de este pequeño festival algo muy grande.
dyorch