Sting pasó por Madrid para demostrar que su última apuesta, compartir canciones con la Orquesta Filarmónica de Londres, no es un acto pretencioso. En cuanto arrancó el concierto en el Palacio de los Deportes con las primeras notas de ‘If I ever lose my faith in you’ se vio claramente que se trata de la evolución de un músico que necesita cada día llevar sus canciones un poco más lejos.
El arranque del concierto fue una demostración de complicidad hacia sus fans. Las canciones de The Police fueron las protagonistas de la primera parte del concierto. ‘Every little thing she does is magic’, ‘English man in New York’ y ‘Roxanne’ fueron sorprendiendo al público una detrás de otra en un arranque brutal, emocionante. Todo un golpe de efecto escuchar canciones que todos somos capaces de tararear con el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de Londres en directo. Porque discos con arreglos de orquestas hay muchos, pero músicos capaces de llevarse la Orquesta entera de gira, sólo uno.
Parecía que después de una apuesta tan fuerte en la primera media hora del concierto la capacidad de sorpresa del Palacio de los Deportes (lleno, y eso que la entrada más barata estaba cerda de los 50 € y la mas cara a 150), pero eso no sucedió. No solo la presencia del genio de The Police y su banda, sino la increible interpretación de temas Pop de la orquesta mantuvo la expectación en todo momento. Más sorprendetes quizá cuanto menos conocidos eran los temas en la carrera de Sting.
Cuando hablamos de música y aparece la palabra fusión muchos vemos en nuestra mente cajones flamencos junto a guitarras eléctricas. Pocos, excepto Sting y la Filarmónica de Londres, ven una composición tan elaborada. La cantidad de matices que una orquesta aporta a canciones compuestas para guitarra, bajo y batería tienen el doble filo del preciosismo y el exceso. Sin embargo, interpretaciones como el estallido pasional de ‘Russians’ (de ritmo militar), o la vampiresca ‘Moon over Bourbon Street’, y la arábica (y emocionante) ‘Desert Rose’, compensan cualquier exceso que el espectador pueda presentir en otros temas (quizá en temas como’ Tomorrow we’ll see’).
Mucho tiene que ver el trabajo de Steven Mercurio, director de orquesta que también ha trabajado con Andrea Bocelli y Pavaroti, y que por momentos parecía el más roquero de los que había sobre el escenario. Sus brincos (parecía volar) y gestos saben transmitir la diversión y profesionalidad con la que la orquesta de Londres se ha enfrentado a este reto. Mercurio, la única persona que se pasó el concierto entero despaldas al público, compitió en protagonismo con el guitarrista Dominic Miller (mano derecha de Sting) y la cantante Jo Lawr, perfecta acompañante para la voz de Sting.
Más allá del descanso de 20 minutos que los artistas se tomaron a la hora y cuarto de concierto, el concierto se partió en dos después de la versión/revisión o re-versión (como se quiera decir) de ‘Every breath you take’, canción que levantó de sus butacas a gran parte del público del foso y los acercó a la primera fila para permanecer allí hasta el final del concierto.
Quizá la novedad de esta gira con respecto al disco que la precede es la aparición de dos percusionistas que le dan al sonido de ‘Simphonicities’ el ritmo que a veces se echaba en falta en el álbum.
Se cayó del repertorio ‘So Lonely’ por ejemplo, una muestra más de que este sorprendente experimento llamado ‘Simphonicities Tour’ no es un mero capricho del británico, que, por otra parte, se ha ganado la licencia para hacer lo que le de la gana.
Ojalá que Simphonicities se vuelva una experiencia adictiva para Sting y vuelva pronto a ofrecernos un directo con orquesta, pero, si es posible a precios más asequibles para que el personal no tenga que ser obligatoriamente personas de una solvencia económica acreditada.
Por cierto, el concierto se podrá escuchar próximamente en RNE y más adelante (en Navidad) en Radio3, para todos los que queráis escucharlo.