El órgano del señor Rivas fue el elemento clave. Aportando ese toque de sonido jamaiquino añejo, muy especialmente en instrumentales como “Thunder Fist” o “Musically on Top“, de su último disco, IV [Hellcat Records, 2009]. Además, su ritmo, carencia, le permitió ir arrancando bailes hasta al asistente más tímido. Y no hubo que esperar mucho tiempo para comenzar a disfrutar de la celebración festiva en la que se convierte cada actuación de The Aggrolites. Su intención fue la de hacernos sudar desde el inicio. Y lo lograron, encarando la parte más funk de su repertorio para posteriormente ir bajando el ritmo, al interpretar su versión más soulera, dulce y suave.
Antes de darnos cuenta, The Aggrolites habían ido desgranando “Mr. Misery“, “Firecracker“, “Keep Movin’ On“, “Time to Get Tough“, “Thunder Fist“, la celebrada y coreada “Countryman Fiddle“, “Work to Do“, “Prisoner Song“, “The Sufferer“, “Prisoner Song” o “Jimmy Jack“. Destacó que gran parte del repertorio estuviese basado en las composiciones de su segundo trabajo –The Aggrolites [Hellcat Records, 2006]-, en lugar de tocar su última entrega, IV. Una buena muestra de que el quinteto angelino está consolidado, tiene una potente base de seguidores que quieren disfrutar tanto con las nuevas canciones como con los viejos clásicos del grupo.
Una hora de concierto y a camerinos. Mientras tanto, la audiencia coreaba y pedía más. The Aggrolites no se hicieron rogar demasiado. Comparecieron de nuevo, amenazando con tocar “Guns of Navarone” que estaba siendo coreada por los asistentes. Para finalizar: “AGGRO” y “Dirty Reggae“.
Fotografías: José García Lorenzo
Texto: Carlos A.S.