En 1967, y tras LPs sobresalientes como All Summer Long, The Beach Boys Today! o el generador de celestiales avalanchas sónicas Pet Sounds —respuesta norteamericana al Rubber Soul de los británicos Fab Four y que de inmediato inspiraría a The Beatles para evolucionar un paso más en la creación de un vinilo que llevaría por título Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band—, por citar tres lanzamientos de larga duración, tenía que ver las tiendas un proyecto con forma redonda de disco llamado SMiLE. Incluso el álbum en cuestión se vendería bajo la firma de Los Chicos de la Playa, aunque en su gestación creativa trabajasen Brian y el detallista y delicado letrista Van Dyke Parks. En unos días en los que los problemas mentales estaban consumiendo al genial niño-hombre de los Wilson, sufriendo entre otras cosas una imparable manía persecutoria por la que pensaba que Phil Spector le seguía, espiaba noche y día e intentaba robarle sus ideas, Brian ideó la perfecta ópera de bolsillo, la ópera pop para su generación y cualquier década venidera con un mínimo de buen gusto y amor por la música exquisita, bella, sin contención, siempre sublime.
SMiLE, que ahora se edita y que entonces quedó inconclusa cual apuesta recogida en cintas de grabación, atesora la magia de lo intemporal y, por mucho que pudieses escuchar algunas de sus partes en ediciones piratas o en obras compilatorias para coleccionistas, nada te prepara para lo que sientes al sumergirte de principio a fin en este ejercicio de devoción por la música. Ya desde ‘Our Prayer‘ puedes sentir como algo sagrado está a punto de iniciarse, con esas capas de voces que de lo místico pasan a un ‘Gee‘ en interludio que entroncará con ‘Heroes And Villains‘ y trastocarán tu mundo. Y hablo del ‘Heroes And Villains‘ completo, no lo que se grabaría para el LP Smiley Smile. Como buena ópera, el concepto se extiende de una pieza a otra y algo de esos héroes y villanos, de esos españoles e indios hechiza ‘Do You Like Worms (Roll Plymouth Rock)‘. Una burbuja que estalla en la sencilla ‘I’m In Great Shape‘ y nos acerca a la jungla de sonidos, efectos y voces de ‘Barnyard‘. ‘Surf’s Up‘, buscando el ecuador de SMiLE —composición que fue parida por Brian en una de sus noches sin fin frente al piano que tenía instalado en su arenero particular—, expone a las claras la forma tan personal y bella de escribir letras que ya por entonces tenía Van Dyke.
Un espacio para irreverencias frente a la música establecida, para el crecimiento como ente psicodélico, como gurú del pop, y siempre dispuesto a asumir pequeños engaños que ocultaban grandes sufrimientos, como el corte titulado ‘Vega-tables‘ —los Beach Boys estaban en una etapa en la que querían que primase su nuevo carácter de fieles vegetarianos, y mientras Brian Wilson componía sobre ello, consumía una hamburguesa tras otra en su hogar californiano—. Y así se sucede un encantamiento que se cierra con ese pop rock de chelo y theremin que es ‘Good Vibrations‘. Irreprochable, insuperable e irrepetible. Ya era hora de que se hiciese justicia con esta catedral pop en pos de la imaginación.
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