Ahora, y tras una dura lucha de valores para escoger un favorito, he decidido quedarme con el primer disco de The Beatles que llegó a mis manos. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band significó una revolución para un niño que sólo escuchaba la radio con sus grupos formulados por ventas y modas. En unos momentos en los que todavía no sabías muy bien que era eso del inglés, cuando no comprendías sus llamativos trajes, sí podías sentirte atraído por una música que volaba sola por cada rincón de tu cuarto. Aun sí, creo que vale la pena volver la vista atrás, y no me refiero a la fecha en la que pude conocer las canciones de dicho cuarteto. Mi intención es analizar la obra en su año de nacimiento, y éste fue 1967. Un vinilo que estaba enmarcado en su tiempo, que se movía bajo el vaivén de su época y que así es como lo paso a analizar.
El disco se abre con el tema que da título al álbum, un “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” que separaría definitivamente a la banda de cualquier estereotipo preconcebido por su audiencia. La composición posee una fuerza que va más allá del rock and roll clásico que habían facturado en sus inicios los ingleses. El cambio de las modas y el impacto creado al escuchar a The Jimi Hendrix Experience en el Saville Theatre, hizo que el tándem Lennon/McCartney se revolucionara hasta unas cotas desconocidas. Así surge la idea de montar una obertura para su gran obra. Una canción que mezcla las estrofas escupidas a gritos con los puentes pomposos a cargo de un cuarteto de viento, todo ello para rematarlo en un estribillo lleno de psicodelia rockera y frases pegadizas.
Del deslumbrante inicio se salta a la melódica “With A Little Help From My Friends” (nada que ver con las posteriores versiones que se han hecho de ella). La que en un primer momento sería unos simples acordes de Lennon llamados “Bad Finger Boogie“, terminaría cerrándose como una de las tonadas más clásicas del cuarteto. Eso sí, para llevarla a buen puerto, el dúo de oro de la composición intenta separarse de sus cánones clásicos. Lennon y McCartney no pretenden agarrase a los tópicos de siempre y buscan una nueva forma para romper con cierta monotonía que ellos mismos acusaban. Se plantea la idea del “brainstorm”, la persecución de ideas en las revistas de la época o la simple observación de sus seres más cercanos. Tomando un poco de todo, y mezclado con las ya habituales sustancias psicotrópicas, nace sin muchos más problemas la ya conocida tonada.
Y llegamos a uno de los errores más claros que existen con respecto a composiciones de The Beatles. Durante muchos años se mantuvo la idea de que “Lucy In The Sky With Diamonds” era la referencia inevitable al LSD, sobre todo por la concordancia con las iniciales del tema y al comprobar la atmósfera de la canción. Nada de eso, ya que Lennon se inspiró en su escritor favorito, Lewis Carroll, y en su archiconocida Alice In Wonderland. La canción es un simple viaje a través del espejo, es el paso al otro lado moviéndose por un mundo preconcebido por Carroll. De hecho, Jefferson Airplane también lo hicieron al componer su “White Rabbit“, aunque los norteamericanos sí que agitaban los dados del doble sentido. De cualquier manera, siendo una canción realmente reveladora en cuanto a su organización musical, no llegó a convencer a Lennon.
Todo lo contrario que “Getting Better“, un corte que devuelve cierta fuerza de su inicial “Sgt. Pepper’s…” y que nos presenta un metrónomo en forma de guitarras. La línea de bajo entraba con una inyección directa sobre el resto de instrumentos y le daba ese efecto retardado que mantenía cada estrofa. Y de una manera sencilla entra “Fixing A Hole“, momento que volvió a crear cierta polémica en su contenido. Se jugaban varias teorías a la hora de interpretar su letra, desde la relación con las obras que McCartney había realizado en su granja escocesa algunos meses antes, hasta posibles alusiones al mundo de la heroína. Aun así, y alejándonos de dobles significados, “Fixing A Hole” posee cierta atmósfera de vodevil y suave sabor afrancesado, tal vez marcado por el sinuoso paso del clavicordio que graba para la ocasión el mismo George Martin.
“She’s Leaving Home“, aunque acreditada al clásico tándem, es puramente McCartney. Paul, tras leer un artículo en el Daily Mirror sobre una adolescente que se escapa de casa, se centra en componer un corte que plasme el cambio generacional o salto de edades de la posguerra. “A Day In The Life“, que más adelante analizaré, y esta “She’s Leaving Home” son muestras incuestionables de la esencia de las dos cabezas pensantes. De hecho, y separando el magnífico trabajo de cuerda que realizan el resto de músicos contratados para la ocasión, los dos únicos Beatles que aparecen en la ejecución de la misma son John Lennon y Paul McCartney. Tras el momento dramático llega la fiesta, se abre la carpa y suena el organillo. Próxima parada: “Being For The Benefit Of Mr. Hite!“, composición en la que se huele el serrín de las tres pistas del circo y en la que los payasos hacen de las suyas. Bueno, mejor sería decir el clown, pues fue Lennon al que se le ocurrió la idea de este freak sonoro. En una tienda de antigüedades de Kent, John se topó con un cartel victoriano de unos titiriteros que en 1843 montaron un espectáculo en Rochdale. Al compositor se le enciende la bombilla y decide ponerse a crear música a partir de las frases que adornan el anuncio. Una vez de vuelta en Abbey Road, sería George Martin el que remataría el asunto: órganos de época, voces, armonios, armónicas y demás.
Para muchos críticos de la época es la conciencia de Sgt. Pepper’s… y para otros una composición de relleno. Algo de cierto tiene la primera afirmación sobre “Within You Without You“, aunque no es así lo de la falta de contenido o sentido dentro del álbum, que aseguraban los segundos. George Harrison, compositor de esta maravilla, intentó mojarse en la letra de su creación. Se mancha y defiende la idea de lo pequeño que es el ser humano ante la propia humanidad en sí, el concepto de superación por medio de la unión y la eliminación de guetos psicológicos unipersonales. Compuesta primero a golpe de armonio y posteriormente sazonada con sitares, guitarras acústicas, dilrubas y tamburas, esta octava genialidad del redondo está muy por encima de la mayoría de canciones compuestas por los grupos contemporáneos de The Beatles. Seguimos el paseo con “When I’m Sixty-Four“, tonada que inicialmente no poseía letra y que nació como simple base instrumental. Durante un tiempo The Beatles la usaron cual entretenimiento del público cuando los equipos de voces fallaban. Para Sgt. Pepper’s… se recuperó y, aprovechando el sesenta y cuatro cumpleaños del padre de Paul, se escribe una letra en relación con tan significativa fecha.
Odiada por Lennon y típica en McCartney, “Lovely Rita” representa el claro exponente de composición en tercera persona. Al igual que “Paperback Writer“, “Lovely Rita” trata de una temática alejada del “yo”. Algo que puede parecer soso y poco comprometido aunque, sin ir más lejos, ha servido como base a lo largo del tiempo para centenares de creaciones de bandas posteriores nacidas bajo la influencia beatleliana. Los cambios en el ritmo, la versatilidad del bajo que con sutileza marca una línea ciertamente sincopada y los latigazos sonoros que las baquetas de Ringo crean al golpear los platos, hacen de esta tonada una muestra más de la maestría del grupo para sacar lo mejor de lo que en un principio parecía una idea ciertamente demodé. “Good Morning Good Morning” es el tema que llena de alegría los trece cortes que conforman el álbum. Inspirado, según parece, en los irritantes anuncios televisivos de los copos de avena de Kellog’s, esta composición muestra sin reparo una crítica a todos aquellos que plantean la vida como un simple juego, que obligan al mundo a levantarse con una sempiterna sonrisa sin preocuparse por lo que les rodea. La clásica mueca y pataleta de un Lennon cada vez más reaccionario.
Y tras el “reprise” de “Sgt. Peppers Lonely Heart Club Band“, que nace como posible final para sus espectáculos en directo —Paul la utilizaría años después para sus actuaciones cual solista—, nos encontramos con un rincón en el que el tándem muestra su alma al oyente en forma de canción. Realmente influenciados por la imagen del mundo y sensación de libertad que les crea el LSD, Lennon y McCartney escriben en “A Day In The Life” sobre los límites del mundo real, de la sobria percepción que invade al habitante común de la tierra. Intentan mostrar la manera tan curiosa que tiene la vida de aplastar los sueños y propósitos, al mismo tiempo que nos hipnotizan con un mágico desarrollo en dos partes: la suave melancolía que muestra la visión de una realidad onírica y la triste realidad que se muestra día a día ante nuestros ojos.
Al final, y tras todo el esfuerzo y las ideas aportadas para el disco, muchos sólo lo vieron como el experimento psicodélico de The Beatles. Pero la realidad es otra, ya que Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es una de las obras musicales de escucha obligada para entender la música de finales de los 60 y principios de los 70… sin olvidarnos de pequeños retazos que todavía hoy podemos hallar en las nuevas propuestas sonoras.