Justin, Justin, Justin. Mira que hay bandas en las que un integrante supone el todo, pero el fulgor que desprende Justin Hawkins al frente de The Darkness es difícil de igualar. Tras publicar dos discos que hicieron irrumpir de nuevo el hard rock en el mundo mainstream, llegó un lustro de parón por los excesos del inglés con la cocaína -billete sólo de ida al infierno-, algunos rumores sobre Queen o eurovisión y por fin el retorno de la formación con su tercer plástico, Hot Cakes, que les hizo aterrizar en Madrid.
Showman total y absoluto. Incluye varios cambios de vestuario a lo largo de la velada, desde un mono de dudoso gusto hasta vertiginosos escotes pasando por atuendos vintage dignos de Sapporo 72. Teloneros de Lady Gaga la noche anterior en Barcelona, desde luego tienen mucho en común.
Si hablamos de la música la cosa está clara, entre AC/DC y Queen, entre la parodia y la genialidad, tan cerca del ridículo como de la inmortalidad. Las tonadillas de su primer álbum son las más demandadas, pero no podemos dejar de alabar ‘With A Woman’ o echar de menos la olvidada ‘Is It Just Me?’ mientras sigue la magia con todos los clichés posibles: unas palmas, una balada digna de mechero, ahora hago el pino y después lanzo púas cual estrellas ninja.
Los falsetes imposibles -marca de la casa- no están tan presentes en sus últimas composiciones, que presentan diversas texturas siempre dentro del hard rock, ‘Everybody Have A Good Time’ en la onda Kiss, la “australiana” ‘She Just A Girl, Eddie’ -consejo de big brother Justin a su batería- o su versión de Radiohead, paradójicamente la que más se acerca al heavy metal, y donde los agudos sonaban más típicos y manidos.
El hiperactivo cantante también hace los solos de guitarra de las canciones, apremiando a su asistente con los cambios de instrumento. Especulemos, ¿no le admitieron en Queen porque exigió hacer también todos los solos de Brian May?. Para rematar las palmas del ‘We Will Rock You’, punteo incluido, y el baño de masas sumergiéndose entre el público sobre los hombros de un pipa, para finalizar el concierto con ¡¿la postura de la grulla?!. Genio y figura.