Esta es una de las bandas más influyentes y reconocidas de Nueva Orleans. Fue una de las pioneras en incluir funk y bebop al concepto de banda tradicional orleana y, desde sus inicios en los años 70, no han hecho más que ahondar en esa senda, aunque no fue hasta finales de los 80 cuando comenzaron a recoger los frutos de su trabajo con discos como Mardi Gras at Montreux o Voodoo.
Excepto un par de temas tradicionales, E-Flat Blues y la inevitable When The Saints Go Marching In, y una versión del Don’t Stop The Music de Rihanna, todas las composiciones son originales. Encontramos desde el punto reggae de la inicial Tomorrow hasta el tono caribeño y festivo de Trippin’ Inside a Bubble. Si obviamos la inclusión de la versión de Rihanna y la del famoso himno gospel, estos señores proponen una vez más su divertida y enérgica amalgama de sonidos en torno al funk y los metales como columna vertebral.
Twenty Dozen no es su mejor álbum y ciertamente tiene un enfoque demasiado internacional, similar a lo que ha hecho otra banda también orleana últimamente: Galactic. El repertorio parece destinado únicamente a esos festivales europeos en los que se dan cita señores trajeados que van a deleitarse con músicas “exóticas”, pero el componente lúdico sigue estando ahí y esta gente saben bien lo que se traen entre manos. Para echar un buen rato funciona excelentemente y más aún si lo tomamos como excusa para adentrarnos en su discografía y en otras bandas orleanas, como las de Kermit Ruffins, The Wild Magnolias o The Creole Jazz Band.
Texto: Juan Manuel Vilches
The Dirty Dozen Brass Band — Twenty Dozen (2012)1 thought on “”