Un retraso de media hora es de lo poco que podemos echar en cara a The Go! Team en un concierto high-class. Puede que esta afirmación de primeras le quite cierta emoción a la crónica diciéndolo, pero es que ante tal despliegue de diversión, talento y buen rollo es difícil no expresarlo desde la primera línea. Con su ecléctica actitud y manera de vestir (popi, hip-hop, indie…) que luego plasman en su música, aparecieron sobre el escenario como el primer tema que interpretaron que abre su novísimo Rolling Blackouts, “T.O.R.N.A.D.O.”. Ninja (intérprete principal) tiene tal energía sobre el escenario que no es raro pensar que recibirás una de sus constantes y célebres patadas (muérete de envidia David Bisbal). Bajita pero con mucho flow, sonrisas y sí, mala leche, especialmente cuando comprobó que la mayor parte del público no conocía el nombre del nuevo disco (pecadores). A pesar de ser el alma máter, el resto de miembros también tienen sus momentos de gloria, ya que, al fin y al cabo, son como una gran familia.
Gente corriendo, saltando, intercambiándose los instrumentos fue la tónica general de un concierto donde este dinamismo no se reflejaba de la misma manera en el público, al menos en los primeros minutos. Resultaba curioso constatar como un grupo de suponemos compatriotas de la banda, se entregaban en todas y cada una de las canciones (y luego decimos que los “guiris” son unos sosos). “Huddle formation” y “Ladyflash”, temas de su debut Thunder, Lightning, Strike, son sin duda los más populares de su repertorio, pero los interpretaron casi al principio, centrándose y confiando en su nuevo material. “Secretary song” se mostró dulce y pegadiza como la original, con una Kaori Tsuchida tan popi como irresistible. Algo más limitada vocalmente la vimos en el gran hit de Rolling Blackouts “Buy nothing day”, que acusó la ausencia de la colaboración de Best Coast, pero que aún así resultó ganadora. Y es que con esa melodía, como si la toca un mono ciego. Con “Ready to go steady”, con la voz de Chi Fukami Taylor, daban ganas de bailar descalzos sobre la hierba, con gafas de sol y dando palmas cual colegial.
Las partes más hip-hop sobresalían en potencia y baile, mejorando considerablemente respecto a los discos y convirtiendo la sala es un desfase absoluto aunque a veces costase distinguir unas de otras. Jamie Bell interpreto armónica en mano y de manera casi extasiada “Everyone’s a VIP to someone”, uno de los cortes instrumentales que sonaron durante el concierto, aunque en general tenían menos presencia que en sus trabajos de estudio. Su segundo álbum Proof of Youth también tuvo algún representante como “Keys to the city”, que dejaron para el bis; bis que por cierto alargaron para algarabía general del público. Al final tuvimos una fiesta de hora y pico donde disfrutamos como enanos de uno de los mejores directos que te puedas echar a la cara. Y aunque muchos piensen lo contrario, por mucho descontrol y diversión, cero intrascendencia. Las neuronas y los litros de sudor no son para nada incompatibles.
redacción: dyorch / fotos: Beatriz Tejedor