Llenazo absoluto en el debut en Madrid del sueco más americano del momento. Con las expectativas por las nubes, la noche se inauguró con la actuación de su compatriota Idiot Wind (nombre de un tema de Dylan). Se presentaron ella y su piano en una perfecta unión con la melancolía e introspección como leit motiv, mostrándose tan serena y segura como una veterana. Con aún pocas canciones en su haber, disfrutamos de un recital conciso pero tan intenso en su sencillez que realmente nos quedamos impactados ante el talento de esta chiquilla y su alborotado pelo. Una Jeff Buckley (salvando las distancias) en versión femenina. Puede llegar a ser muy grande.
Cuando Kristian aka The Tallest Man on Earth apareció sobre el escenario, el espíritu folk americano de la vieja escuela se adueñó irremediablemente de la sala, con su dylanesca voz (el de Minnesota estuvo presente toda la noche, sí) y vistiendo una camisa a cuadros y unas botas al más puro estilo cowboy. Hasta en su voz al hablar se atisbaba más relación con un pueblo tejano perdido de la mano de Dios que con la fría Suecia. No sabemos si formará parte de la performance, pero nos fascina. Su indudable atractivo (con un infinitamente moldeable tupé), la actitud cercana a la vez que árida y una relación casi siamesa con su guitarra fue lo primero de lo que nos percatamos.
¿Momentos álgidos? Muchos, por no decir todos. No se puede destacar demasiado cuando el conjunto es tan sólido y abrumadoramente bueno. Sin embargo, habrá que hacer el esfuerzo. Repasando de manera más o menos equitativa sus dos álbunes de estudio, más el reciente EP Sometimes the Blues Is Just a Passing Bird, Kristian nos deleitó con un penetrante y emotivo setlist al que no se le pudo poner ni una pega. “Burden of tomorrow” combinó la mejor tradición country-folk con un estribillo de lo más melódico; “Pistol dreams” con su incesante y flagelante throw me to the fire y una serpenteante voz que la hacía más sobrecogedora si cabe; la delicada “Love is all”, interpretada como colchón de emociones en el que acomodarse, también encandiló al más pintado.
Por supuesto no faltó “King of Spain”, tan divertida como evidente en sus tópicos españoles. Y aún así, encantadora. En “Thrown right at me” contó con la colaboración de Idiot Wind en un dueto intimista con una compenetración absoluta. Para finalizar nos regaló un maravilloso bis con “The Dreamer” y la conmovedora “Kids on the run”, sentado al piano con una solemnidad para hacernos contener la respiración . Un directo brutamente sincero para un joven poeta con alma de viejo.
dyorch