El mismo año que vió la creación de The Toy Dolls salía elegida como primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher, igual les suena de algo, una derecha más dura que nunca, niveles de paro astronómicos, asfixia económica absoluta… ante tal panorama Michael “Olga” Algar, líder perenne de la formación, podría haber tirado por la rabia de sus antecesores punkies o por la depresión y el hastío de la incipiente new wave, pero eligió el camino de la juerga y la diversión en un momento complicado para ello.

Un concierto que comienza con “Cloughy Is A Bootboy” tiene que ser divertido, y los bailes y saltos se suceden entre multitud de pasatiempos sonoros de 3 minutos. “Credit Crunch Christmas” de su último disco (el posterior al último, de hecho), la historia de la elefanta Nellie, “Dougy Giro” con todo el público cantando o las histriónicas “Olga… I Cannot” o “Bless You My Son”.

Idéntica receta para cada pildorazo sonoro: cachondeo padre no reñido ni con la simplicidad de sus postulados ni con la calidad técnica. Es digno de ver a Olga corriendo hacia atrás en plenos guitarreos de “Wipe Out” sin que el tema se resienta lo más mínimo, y recordando, por su humor y su habilidad instrumental, a nuestro Juan Abarca.

En directo saben lo que hacen y es imposible quitarles el ojo de encima, estudiadas coreografías, carreras y cruces entre guitarrista y bajista, quitándose ropa en cada descanso, las sonrisas, el curioso timbre de voz, ¡¡las gafas!!. No olvidemos su legado, “Harry Cross (A Tribute To Edna)”, “Idle Gossip”, “Lambrusco Kid”, “Dig That Groove Baby”, “She Goes To Finos”. Gloriosos.

Con mucho tiempo para calentar al personal abrieron la noche los madrileños Nous, un trío de hermanos con diez años de historia que practican un punk simple y acelerado. Dedicaron su versión de “El Condor Pasa (If I Could)” a su madre y cerraron su actuación con carteles a lo Pinhead ramoniano. Sin mucho público delante, lograron mover a sus fans más fieles.