Una sala no muy llena (al más puro estilo Mobydick), un ambiente acogedor, y comienzan los primeros acordes de las teloneras, las canadienses Basia Bulat, un par de chicas muy modositas con un pop-folk que sinceramente me recordaba a la banda sonora de Dawson Crece o cualquiera de esas series noventeras de teenagers. Melodías y acordes cálidos y una cantante de lo más adorable que se ganaba al público chapurreando frases en español. Y para su último tema contó con Finn Andrews (lider de The Veils) a la batería, que durante el resto del concierto se paseó a escondidas por el local asistiendo al recital de sus teloneras.
Un buen aperitivo para el plato fuerte de la noche. Ayudados por la (como siempre) genial sonoridad de la sala, Finn y sus chicos se marcaron uno de esos conciertos que hay que ver, conozcas o no la discografía del grupo. Aparecieron en escena los cuatro integrantes del grupo, con una corista a lo Brigitte Bardot que contrastaba con la actitud punk, hasta shoegaze, de su bajista, Sophia Burn, justo a su lado. Finn, mucho más atractivo en persona que en fotos, es una especie de Jeff Buckley contemporáneo, guapo, magnético y con una voz arrebatadora, también con cierto parecido al fallecido cantante en este aspecto (incluso su cara se da un aire). Y es que también es una de sus grandes influencias. Una de tantas, ya que en su directo, al igual que en sus álbumes, se pueden sacar referencias a tutiplén, una de sus cualidades más criticadas de la banda, ya que se les echa en cara su falta de personalidad. Pero como para eso ya tenemos la crónica del álbum, yo me centraré en las diferentes bondades de su directo.
Su repertorio se basó sobre todo en su último disco, aunque el segundo también tuvo sus momentos (del primero no se acordaron demasiado). Comenzó con la potente “Three sisters”, una de las mejores composiciones de Sun Gangs, donde Finn juega sus mejores cartas interpretativas (una de sus grandes cualidades). Pero a pesar de esa potencia en algunos temas de su último largo, las diferencias entres éstos y los de su segundo disco son patentes. El carácter directo y urgente de una buena parte de Nux Vomica se hace aún más patente sobre el escenario, con unas guitarras sucias y un Finn Andrews desatado, como en “Jesus for he yugular” o en el tema que da nombre al disco. Aunque los temas más pop de aquel álbum, como “Calliope”, su canción más bailable, hicieron acto de aparición, al igual que su gran “Advice for young mothers to be”, muy divertida a su vez que reveladora. “Not yet”, un tema con toques country, o “The letter”, fueron sin duda dos de los grandes momentos de la noche. Pero yo me quedo con “Sit down by the fire”, conmovedora hasta las lágrimas, con esa influencia a The National que tanto emociona, y un Finn sentado al piano que nos demostraba que no solo destaca por su voz y composiciones. Y no me olvido del pop amable y pegadizo de “The house she live in”, uno de sus hits incontestables.
El concierto fue algo corto, pero, aunque suene a tópico manido, muy intenso. Y es que Finn Andrews cuenta con la actitud equiparable a cualquier gran figura de la música y su directo es muy grande. E incluso cuenta con un gran sentido del humor, como cuando hizo una broma acerca de la escasa capacidad del público para mantener el silencio (de nuevo salió a relucir el país de la pandereta…). Así que si, aprobado, y con nota.
Más información en: The Veils
Dyorch