El Guincho apareció en escena con su bajista y guitarrista, abriendo fuego con “Kalise”, caldeando así el ambiente para lo que vendría después. Pablo se mostró amable y cercano con el público, contando anécdotas curiosas (como aquella canción que le recordaba a la calle Montera) y demostrando su efervescencia habitual al interpretar. Controlando las percusiones y programaciones, supo hacese con una audiencia algo desagenlada al principio que poco a poco fue despertando para finalmente entregarse a su actitud vitalista y colorista de la vida. La mitadde los temas que interpretaron formarán parte de su esperado segundo largo, sin samplers como anunció hace un tiempo, y con mayor presencia de instrumentación real, aunque con un evidente continuismo respecto a su predecesor. Siendo sinceros, nos dejó con los dientes bien largos. Sin embargo, los temas que se llevaron al público de calle fueron sus dos mayores éxitos, “Palmitos Park”, un fogonazo de buenrollismo exhacerbado, y “Antillas”, que puso el broche final a un concierto de los que alegran la existencia (donde un servidor acabó bailando como si no hubiese un mañana).
Unos minutos más tarde salieron a escena The Very Best, banda de origen inglés y malauí quenos regalaron lo que intuimos: una fiesta sin igual. En el set no se comieron mucho la cabeza: una mesa de mezclas, un apple y a correr. Un show demasiado enlatado en su ejecución, pero que la energía de los dos cantantes africanoscompensaron de sobremanera. Repasaron una parte de su disco de debut (interesante, pero algo regular) junto a versionespropias de “Papel planes” de MIA (quien participa en el álbum), de “Ambling alp” de Yesayer (una de las mejores canciones de los últimos meses: sin discusión) y para cerrar un homenaje a Michael Jackson con una emotiva revisión de la gran “Will you be there”.El momento de la noche llego con el gran hit “Warm heart of Africa”, en la cual animaron a los asistentes a subirse al escenario paraunirse a la gran fiesta que ya tenían montada (afro-bailarinas poseidas por el baile, palmeras hinchables, paneles de leds que provocan epilepsia/ceguera). La gente se contoneaba y rozaba como en una bacanal mientras una botella de vodka de la banda fluía de mano en mano e iba consumiéndose a base de interminables lingotazos. Un absoluto descontrol que, hay que admitirlo, provocaba cierta sensación de barraca de pueblo. Pero no seamos esnobs, lo importante es que disfrutamos como enanos de un concierto fresco y divertido, puede que poco trascendental, pero disfrutable al cien por cien.
dyorch